Los viajes en el tiempo son de momento una quimera. Ningún individuo del futuro ha venido a confirmarnos que podemos ir de la Ceca a la Meca, del emperador Claudio al arzobispo Makarios como quien va a por yogures.
Si algún día llegan estos viajes, confiemos en que no hagan falta muchos trasbordos, pero hay un rincón espacio-temporal de Málaga en el que el viajero no verá demasiados cambios, por muchos años que viaje en el tiempo: la plaza del Patrocinio, antesala del Cementerio de San Miguel.
Ni siquiera en los poblachos más zarrapastrosos del Oeste encontramos una plaza tan sucia y deslavazada y sólo faltan esos matojos rodantes que los aires de Montana o Nuevo México empujan por las calles. Cualquier diferencia entre la plaza del Patrocinio y una película de Sergio Leone estribará en matices.
Y es que, hace demasiados años que este reducto espacio-temporal permanece convertido en un aparcamiento terrizo, cuajado de manchas de grasa y las inefables cacas de los perros, con unos bellísimos plátanos orientales cargados de años y de penurias.
El cartelón de arreglo del cementerio sigue ahí, con toda su parafernalia administrativa, pero a la plaza, por ahora, sólo le meten mano los conductores.
Los dos monumentos que hay en este rincón del Salvaje Oeste, tan cargados de historia no pueden estar más vapuleados. La fuente que simboliza lo rápido que pasa el tiempo (salvo en esta zona de Málaga), la fuente del Tempus Fugit, tiene un vaso octogonal que se sostiene a duras penas gracias a unos parches metálicos que dejan ver los costurones del mármol. En el interior proliferan las basuras, ya sean latas, botellas, paquetes de tabaco o trapos de textura y colores indeterminados.
Peor aspecto tiene la cruz conmemorativa de una epidemia de peste que azotó la ciudad en 1637 y que se llevó miles de vidas. Trasladada del Ejido al cementerio en 1860 y a la plaza del Patrocinio en 1951, esta última decisión ha terminado siendo un craso error porque de la cruz sólo queda ya el eje vertical.
La cruz, por cierto, está rodeada de un empedrado con numerosos claros.
¿Se puede degradar más este entorno?, siempre se puede. Puesto que esta plaza parece que no tiene arreglo, que la Málaga Film Office estudie las posibilidades cinematográficas –centradas en los spaguetti western– de este lugar abandonado a su suerte desde los tiempos de Makarios.
Pesadumbre
Las noticias vuelan pero en ocasiones, parece que se arrastran con dificultad por un campo de cardos durante años, hasta que llegan a oídos del receptor.
Es lo que le pasó a una señora que esta semana pasó por la calle San Juan y al contemplar ese edificio acristalado junto a la iglesia (declarado por su tremebundo emplazamiento Faena Arquitectónica contra la Humanidad), exclamó apesadumbrada: «Vaya, no me digas que ha cerrado Félix Sáenz». Por desgracia, lleva cerrado desde 2007.