El «fumbo», como lo denomina Forges, es así de estrambótico, se va del Málaga un entrenador que en casa sólo ha ganado en disgustos y como indemnización por menos de tres meses de trabajo se lleva un dinero con el que podrán vivir como jeques él y sus descendientes (siempre que no se les ocurra invertir, tal y como está el patio, en el sector inmobiliario español).
Servidor es bastante parco en conocimientos futbolístico, y necesita un traductor simultáneo cada vez que escucha Radio Marca («la defensa pivota bien pero arriba falta definición»), pero este entrenador le producía buenas vibraciones porque engrosaba la nómina de los míster con nombres y halos exóticos.
Y es que, con independencia de sus conocimientos, no es lo mismo tener un entrenador que se llame José o Pep que uno llamado Jesualdo, Cesar Luis o Diego Armando. Esta última opción, la de los nombres exóticos o compuestos es mucho más atractiva y hasta prestigiosa, aunque hay que admitir que a comienzo de los 90 el Málaga ya tuvo un míster llamado Voltaire y así nos fue.
A lo mejor lo que le pasa al equipo no tiene nada que ver con el carné de identidad, ni siquiera con la buena voluntad del jeque, que se está dejando los cuartos en un exótico rincón de España. El problema del Málaga, y el resto de los equipos, salvo dos, es que le ha tocado jugar en una liga espantosamente aburrida, con sólo dos aspirantes al título mientras el resto ejerce cada domingo de sparring de turno del Madrid o del Barcelona.
Con semejante panorama, la motivación de los sparring cae por lo suelos. En Escocia, el Celtic y el Rangers llevan rifándose el campeonato de liga desde el año 1986. En el mismo periodo de 24 años, en España sólo ha habido cuatro temporadas en las que no han ganado ni el Madrid ni el Barcelona.
Díganme si no es para que el Málaga coja las malestas, como don Jesualdo, y se marche a ligas con más emoción.
Ahora puede que venga un entrenador de nombre escueto, Manuel, y que levante el equipo, pero el muermo generalizado que se respira en la liga española será difícil de erradicar. Y no será por falta de pivotes ni de alta definición (La vida en Primera Divisón se paga bien, pero es así de dura).
la inclinación
Un panel informativo de la plaza del Obispo está situado justo en la salida de los coches de la zona peatonal. Puede que por algún conductor despistado o por algún vándalo beodo, el panel en forma de columna ha tomado la misma inclinación que la torre de Pisa.
Ayer, una pareja de turistas trataba de leer el panel evitando al mismo tiempo una torticolis.
La otra cueva
La calle Santander de la Cueva no es ningún guiño a las Cuevas de Altamira sino el apellido de un corregidor de Málaga llamado Antonio, que ocupó el cargo en la primera mitad del siglo XVIII.
Lo he pasado bien leyendo este artículo o crónica. Un saludo y gracias, señor Alfonso