Sensibilidad botánica e integración del plástico

2 Nov

El callejero de Málaga es uno de los más igualitarios que existen: además de médicos, toreros, escritores, practicantes, flores, minerales y personajes de ficción, también tiene un hueco para las plantas más humildes, esas que nunca encontramos en los jardines, como no sea en la dudosa categoría de maleza y malas hierbas.

En una exhibición de sensibilidad botánica, nuestras autoridades tuvieron a bien reservar una calle para el cardo cuco o Eryngium campestre, una planta de color verde y flores blancas que suele crecer en el borde de los caminos. Como hay pocas plantas que no tengan propiedades curativas (salvo las plantas de los pies quizás), el cardo cuco viene muy bien como depurativo sanguíneo antiifeccioso y para curar la cojera en los animales.

La calle que luce este nombre tan campestre se encuentra en la parte alta del Cerrado de Calderón y cuenta a pocos metros, en la esquina con la calle Centaurea, con un parque infantil y un gimnasio para mayores. Aunque algunos de los aparatos de este gimnasio se encuentran rotos, el resto de las instalaciones se encuentra en un estado aceptable, no así lo que le rodea.

Lo que debería ser un diálogo entre la naturaleza y urbanizaciones poco agresivas con el entorno se ha convertido en una discusión bizantina.

Entre los pinos y los matorrales, y quién sabe si algún cardo cuco, se encuentra una montaña de restos de basura que monta guardia junto a las dos instalaciones. Bolsas, papeles y botellas forman un maremágnum en el que es imposible distinguir si es que en la zona hay plantas que florecen plástico.

Si una calle sucia ya da pena, una en la que la basura se integra con un paisaje de monte bajo da que pensar. Además, a pocos metros de este basurero se encuentra la escuela infantil Cuco, en homenaje a la calle. Tendrán que tener cuidado los padres de que sus niños no jueguen, al salir de clase, en un ambiente tan infecto. ¿Quién es el responsable de esta desidia que no parece fruto de sólo un par de días? Ya sea la urbanización o el Ayuntamiento, la guarrería no tiene justificación. Que no se hagan más los cucos y limpien de una vez.

La ola

El folleto informativo que de forma periódica publica la empresa del Puerto Málagaport, incluye en su número del mes pasado la referencia a un reportaje aparecido este verano sobre la famosa ola del Melillero, mientras en las playas de La Misericordia y la Malagueta los bañistas se dividen entre recoger los enseres de la playa y adentrarse en el mar a chorrar las olas que provoca, cada tarde veraniega, el famoso barco.

Lo que está por estudiar es si los cruceros también provocan este oleaje, dependiendo del lugar del que provengan o si su tradicional arribo a Málaga a horas tempranas no permite disfrutar de este pasatiempo circunscrito a la época de baños. El folleto también incluye un poco de historia: la de la construcción del edificio de la Autoridad Portuaria, por cierto con uno de los ascensores más bonitos de la ciudad.

Una respuesta a «Sensibilidad botánica e integración del plástico»

  1. Hablando de plásticos e integración.
    Acabo de llegar de mi paseo homologado por el centro y he descubierto un nuevo especimen urbano-hostelero que, seguro, le causa a usted igual admiración que a mí.
    En plena plaza del carbón, una heladería ha colocado unas jaimas estupendas para que sus clientes no tengan frío. Hay que verlo, por un momento he pensado que volvía la feria en noviembre…

    Dese usted un paseo y disfrute, disfrute…

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