Culturicemos a nuestros políticos para 2016

14 Oct

Algún lector se ha interesado por la opinión del firmante sobre la tragicomedia desatada a raíz de la candidatura de Málaga 2016 (lo de tragicomedia va por los testarazos dialécticos entre los políticos).

Con echar un vistazo a las hemerotecas, el lector concluirá que el autor de estas líneas ha guardado en los últimos dos años un misterioso silencio, en realidad para no herir sensibilidades.

A fin de cuentas, antes de esa fecha un servidor ya había llegado a la conclusión de que si una ciudad reunía méritos para ser capital cultural de Europa esa era Córdoba, aunque la toma de postura le trajese el sambenito de traidor a la causa.

No se trataba de ninguna tírria a la ciudad de nacimiento, que es Málaga, sino la constatación de que Córdoba ya había optado a la capitalidad en más de una ocasión y de que casi todas las ciudades andaluzas habían disfrutado de algún importante fasto deportivo o cultural (llámense la Expo, el campeonato de esquí o el Museo Picasso), con la excepción de Córdoba. A estas alturas, abogar por la solidaridad entre ciudades andaluzas es tanto como creer que Kim Jong Il o Hugo Chávez se volverán demócratas de toda la vida, pero todavía queda gente así de rara.

En cualquier caso, no es que uno renegara de la candidatura malagueña, pues en la medida de sus posibilidades, este firmante estuvo colaborando durante meses, por supuesto de forma altruista.

Y en ese tiempo, dos cosas le llamaron la atención, en primer lugar el que el programa de la candidatura se llevara con más secretismo que la fórmula de la Coca Cola, sin que la ciudad se haya contagiado de la candidatura, más allá de unas cuantas camisetas y estandartes. En segundo lugar, el que la Fundación Málaga 2016 se constituyera deprisa y corriendo pocos meses antes de pasar el examen que finalmente la ciudad suspendió.

Secretismo, rayano en los niveles de seguridad de los servicios de inteligencia israelíes y prisas de última hora, aderezado con gestos incomprensibles como la ausencia de algunos políticos en el examen final (¿tendrían que celebrar el Día del Aceite de Girasol en algún pueblo?), daban una imagen algo borrosa de la candidatura.

Lo que es innegable es que las infraestructuras culturales y otros signos de civilización como la peatonalización de calles y la llegada de nuevos parques están avanzando en una ciudad como Málaga, que tiene como sus dos grandes defectos el subdesarrollo cívico (con lo que conlleva de suciedad, contaminación acústica y muchas otras molestias) y el subdesarrollo urbanístico, como acaba de comprobarse con el hotel de Moneo que, por lo que vemos del proyecto, no pasará a la historia de la Arquitectura pero sí a la de las tropelías urbanísticas.

De nosotros y no de ningún examen depende ya el que Málaga se vaya convirtiendo en una ciudad atractiva y vivible, con algo más que solecito buena parte del año. El espectáculo que están dando nuestros políticos estos días también demuestra que para conseguir esos objetivos será necesario culturizarlos o cuando menos, que sólo molesten lo imprescindible. Duro reto para 2016.

Una respuesta a «Culturicemos a nuestros políticos para 2016»

  1. Mi felicitación y enhorabuena por este artículo, señor Alfonso. Un saludo y gracias.

    PD
    Las infraestructuras culturales y otros signos de civilización, avanzan, desde luego, ¡Pero, tan lento!

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