Toda obra pública, ejecutada como mandan los cánones en la calle, acumula una cantidad de porquería que si se juntaran todas las que se realizan en Andalucía, superaría en altura cualquiera de los montañas de 8.000 metros que jalonan el Himalaya.
A este respecto, las obras del Metro de Málaga tampoco se han quedado mancas y puede afirmarse que en algunos tramos, el Monte San Antón es un mindundi al lado de la suciedad amontonada.
Esto al menos es lo que pueden contemplar a diario los vecinos y peatones de la calle Virgen de la Cabeza, la calle que une la zona de la Comisaría con Carlos Haya.
En la parte izquierda, la menos «dañada» por la suciedad, se observan restos de la Feria de Agosto en forma de latas de bebidas y cartojales lanzados por el respetable dentro del recinto de las obras del Metro.
Pero es en la parte derecha donde la «mierda», con perdón, alcanza proporciones épicas, hasta el punto que los guionistas de Hollywood deberían pensarse una película sobre «la batalla contra la porquería», con Russell Crowe como intrépido jefe de la brigada de barrenderos.
La porquería se amontona esta vez entre la valla de las obras y un minúsculo trozo de acera que, en un tramo de unos 100 metros, se utiliza como vertedero. Para situar al personal, se encuentra casi en la esquina con el polideportivo de Carranque.
La ristra de basura es, además de larga, muy variada, y cualquier persona con ganas de entretenimiento encontrará un variado conjunto de envases, predominando las latas de cerveza previamente oxidadas y aplastadas.
La zona donde hay más capas de basura es un rebaje a la altura del semáforo. Es precisamente en ese punto donde resulta más doloroso el cartelito de Estamos trabajando por el futuro de Málaga. ¿Acaso nos espera un futuro apocalíptico en el que imperen los desechos? Puesto que la «mierda» se amontona justo al pie de la valla del metro, aunque se trata de una acumulación debida a la valla, quizás nos espere otro cansino conflicto entre la Junta y el Ayuntamiento para ver quién retira la colección de latas. Lo dicho, esto sólo lo puede arreglar Russell Crowe a los mandos de su eficaz escoba.
El columnista
Ignoramos si en realidad es una broma pesada a un amigo, en cualquier caso no deja de ser una demostración de «osada sandez» del autor.
Se trata de una pintada que se encuentra muy cerca de la ristra de basura mencionada, en la calle Virgen de la Estrella, en Carranque. El autor la ha perpetrado en una columna, en varias caras, lo que lo convierte en un columnista muy especial, bastante más irresponsable que quienes escribimos en la prensa.
Nuestro sandio anónimo se despacha a gusto con una expresión abrupta nada imaginativa y luego reta a la policía a detenerlo, proporcionando un móvil y el DNI. No estaría de más un análisis grafológico por si nuestro badulaque particular vuelve a las andadas.