Si contemplamos la evolución de Málaga en el último siglo, vemos cómo la ciudad ha ido formándose a impulsos, y en ocasiones a empellones, dando lugar a una amalgama de barrios y edificaciones cuyo diseño está basado en el laberinto de Creta, aunque para la ocasión nadie nos dio un hilo para encontrar la salida.
Voces hay en esta ciudad que ya han puesto nombre al último intento de diseño impulsivo en el Centro Histórico: ma-Moneo, en alusión a una operación «de altura» y derribo, escudada en un arquitecto de vanguardia.
El aborigen malagueño, igual que diseña y construye como le da la real gana, no sólo exhibe esta tara en edificaciones inapropiadas, sino que también puede recogerse esta faceta en el lenguaje oral.
De hecho, hay verdaderas joyas en el campo de los improperios, lógico si pensamos en el impulso como un «calentón pasajero», aunque en el campo del Urbanismo los resultados sean cuasi eternos.
Hoy analizaremos tres obras maestras de improperios impulsivos, que merecían pasar al diccionario de Camilo José Cela.
El primero de ellos ya ha sido comentado en esta sección alguna vez, pero dada la época veraniega y la «fuerza» de su ejecución volveremos a mencionarlo.
La escena es casi bucólica, dos hermanitos que no llegan a los cinco años en una playa de Málaga y en un momento dado, se ensarzan en una pelea absurda echándose puñados de arena.
La pugna va subiendo en tensión hasta que de pronto, la niña coge un buen puñado y restregándoselo en la cara al hermanito le suelta: «¡Toma pa tí y pa toa tu puerca boca!». Nótese además que a la hora de pronunciar «puerca», la niña se regodeó en el sonido más lucido, al punto de que sonó algo así como «puerrrrca».
Más talluditas fueron las dos protagonistas de un improperio muy malagueño y por qué no decirlo, muy elaborado. Se escuchó este año, estaban dos mujeres discutiendo y de repente saltó la frase impulsiva, a modo de maldición futurista:?«¡No pisarás un mojón seco y te rajarás todo el pie p….!».
Esta frase, que echaría por tierra cinco candidaturas a capital cultural de Europa, tiene al mojón seco como principal protagonista. Sin entrar en escatologías, imaginen el estado casi pétreo del objeto como para provocar semejantes «rajas» en el pie. En todo caso, la popularidad del excremento canino en el vocabulario popular de Málaga dice mucho, a estas alturas del siglo XXI, de los hábitos higiénicos de algunos dueños de perros.
Sin tanta carga de profundidad pero de una innegable «belleza de ejecución» es la descripción de esta peculiar llave de kárate:?«¡Como te coja te voy a arrancar los corales y te voy a enmoñar!».
Traten de imaginar este gesto vengativo, que no sólo despoja a la víctima de los zarcillos de coral sino que además la «enmoña». El verbo «enmoñar», suponemos, hace referencia a la acción de tirar del moño con fuerza. Y cómo no, tomando impulso.
Terral
Apoteósis del termómetro.