Los lingüistas dedicarán gloriosas páginas en el futuro a la «deconstrucción» del español, que cada día realizan los políticos malagueños, con especial atención al papel jugado por la Junta.
Sin ir más lejos, una representante de la administración autonómica habló hace poco de la falta de «ubicuidad» de cierta instalación sanitaria, siendo «ubicuo» el adjetivo relativo a Dios, porque está en todas partes y al mismo tiempo.
Y ante la falta de hospitales «divinos», también la maquinaria municipal está sembrada de expresiones que harían palidecer de envidia a George Orwell.
La semana pasada, sin ir más lejos, se presentó a la prensa el proyecto de reforma de la plaza de la Merced, y los autores de la redacción del plan alcanzaron cotas de ingenio lingüístico sólo logradas por Gregorio Sánchez, Chiquito de la Calzada.
Así, estos genios del español nos informan de que en los límites de la plaza habrá bancos de piedra «para generar lugares de estancia para el ciudadano». Si eso tan raro que dicen es así, ¿la gente dónde se sienta? Que un banco de piedra sea, además de un lugar para descansar, un «generador de estancias», es un descubrimiento nunca antes contemplado por la Humanidad.
En otro momento entrañable del plan, se asegura que la plaza de la Merced, además de un «epicentro cultural y social», será «un gran espacio abierto». Que se sepa, desde su remodelación a mediados del siglo XIX, la plaza nunca ha sido un polideportivo techado.
Por último, llevados por la poesía más urbanizadora, los redactores de esta modélica lección de español aseguran que los magnolios que se planten «serán un zócalo verde para generar lugares de sombra». Lo de zócalo verde es digno de reseñar y es un signo de «vida» en un castellano robotizado, algo que por desgracia se confirma con esa absurda «generación de lugares de sombra», cuando en el resto del mundo los árboles «dan sombra» e incluso «sombrita».
Urge en Málaga un diccionario que traslade a nuestra lengua materna el urbanismo-sociológico que tienen como lengua propia en algunos reductos, muy influyentes, de la administración local.
Acierto
Pero el lenguaje administrativo-seborreico con el que cada semana nos obsequian nuestros representantes, no debe hacernos olvidar que el proyecto de la plaza de la Merced ha dejado satisfechos a la mayoría de los vecinos del Centro Histórico.
El Ayuntamiento ha rectificado y ha hecho suyas las recomendaciones de las asociaciones de vecinos, algo muy de agradecer, así que se peatonalizarán las dos calles laterales, las de la Casa Natal de Picasso y la del antiguo cine Victoria, pero respetando la fisonomía de la plaza, que mantiene el muro y así se evita que la de la Merced sea una repetición de las plazas del Obispo o del Carbón, con mucho espacio para los negocios y bastante poco para los paseantes.
Los vecinos del Centro quieren espacios libres en los que no haya que pagar para sentarse («generar lugares de estancia», lo llaman).
Lo he pasado bien leyéndole, señor Alfonso. Un saludo y gracias.
No se podría describir mejor. Dicen que contra grandes males, grandes remedios, así que en diversas zonas de Málaga ya se han puesto a ello, es posible observar a los vecinos que bajan a la calle con sus asientos, plegables la mayor parte de las veces, y se instalan, normalmente alrededor de un banco, para organizar sus tertulias, sobre todo en estos días calurosos de verano. Una vez creado el hábito ya solo nos falta imitar a los políticos e inventarle un nombre a esta práctica.