La mayoría de las alamedas de Málaga ya sólo existen en el callejero. Los álamos, esos árboles tan frecuentes y exitosos que acompañaron los nuevos aires urbanísticos del siglo XVIII y sobre todo el XIX, fueron reemplazados por especies más rotundas y vistosas, símbolo de la pujanza de la ciudad. El frágil álamo pasó de moda y comenzaron a plantarse ficus y plátanos orientales como setas.
Sin embargo, durante siglos fueron los álamos árboles muy recurrentes en Málaga y en toda Europa, hasta el punto de «bautizar»urbanísticamente una calle, algo que no pasa con otra especie, aunque en nuestra ciudad sí nos queda el recuerdo de un barrio abundante en el pasado en cierto árbol frutal: El Limonar, sin olvidar La Palma ni La Palmilla.
Queda en el recuerdo de estos árboles tan populares, que pasaron de las proximidades del río Guadalmedina al corazón de la ciudad la Alameda Principal, la de Capuchinos, la de Colón o la calle Álamos, sin olvidar que en la Málaga de los Reyes Católicos la plaza de la Merced se llamó durante un tiempo la plaza de los Álamos por lo que allí había plantado.
Los álamos han desaparecido de las denominadas alamedas de nuestra ciudad, pero todavía quedan calles con esta especie. Una de las sorpresas más gratas es la de la calle Jacob, en Campanillas, una zona de nueva creación que, cuentan los portavoces vecinales, ha sido realizada gracias a un convenio entre Cuenca Mediterránea y el Ayuntamiento.
Muy cerca pasa el arroyo de la Rebanadilla, y una calle con un nombre tan paciente ha sido planteada con un bulevar central con dos alineaciones de álamos y una rosaleda en el centro. Al fondo puede verse la nueva iglesia de Campanillas.
Es realmente precioso pasear por esta calle y escuchar cómo el viento agita los álamos. Bienvenida sea esta especie, arrinconada, pero tan presente en la historia de las ciudades de medio mundo. También en la historia de Málaga.
La patada
Hace unos días mencionamos algunos estragos producidos en el patrimonio de Málaga por la fiebre del Mundial. Hablamos de la escultura de ese niño con cometa en Fuente Olletas, que ha sufrido ya dos intentos de «secuestro».
Como dato anecdótico, también se fue al arrastre un jarroncito de cerámica en el Parque. Ignoramos si el daño fue producido por un balonazo (muy acorde con el momento) o por una patada certera en el aire, como la de ese yudoka de la selección holandesa que practicó una llave (inglesa) a Xabi Alonso.
Amores de altura
Ocurrió, por lo que consta en la pintada 24 horas antes del Día de los Enamorados de 2006. Desde esa fecha consta en la fachada de la calle Javier de Zubiri (en realidad una escalera metálica que asciende por el monte de las Tres Letras) la siguiente pintada:?«Natalia, nadie te va a querer como te amo yo». Una pintada de las que hacen época y verdaderamente sentida.