A estas alturas de la película, hoy vamos a hablar de cine, y en concreto de la primera adaptación a la gran pantalla de la trilogía Millenium de Stieg Larsson.
El autor sueco ha cambiado la percepción que los españoles tenemos de Suecia, simbolizada en las suecas de Torremolinos y en Pippi Calzaslargas, para traernos la intriga y crímenes a mansalva.
En la adaptación al cine de la primera novela, Los hombres que amaban a las mujeres, el espectador malagueño encontrará dos imágenes que le descolocarán un poco. Las dos aparecen al final de la película. La más evidente de ellas es una secuencia que supuestamente recrea un paseo marítimo de las islas Caimán, ese paraíso fiscal embutido entre islotes del Caribe.
En realidad se trata del paseo marítimo Pablo Ruiz Picasso, aderezado con elegantes figurantes negros en traje de chaqueta. A lo lejos se adivinan las «estribaciones» del Candado, mientras quedan muy bien en la pantalla los cerros de césped junto a la playa y el paseo de palmeras que separa del tráfico.
Lo que resulta más «jorobante» es la secuencia malagueña anterior. En un noticiero sueco se anuncia de la muerte de cierto personaje en Marbella, España, y la televisión sueca no tiene otra cosa que hacer que enfocar al mamotreto ilegal que desde los años setenta tiene plantados sus cimientos al pie del monte Gibralfaro.
Por suerte, la afrenta urbanística queda matizada gracias al manejo de la cámara, que presenta este inaceptable edificio semioculto tras las palmeras, seguramente las del Paseo del Parque.
Con la cantidad de edificios bonitos que hay en la Costa, incluso en Málaga capital con sólo darse una vuelta, y tienen que sacar el que más «saca» de quicio a los malagueños, empezando por nuestro alcalde, quien en alguna ocasión mostró su deseo (irrealizable por caro) de derribar esta oprobiosa edificación.
En todo caso, siempre quedará el orgullo de ver convertido en idealizado paisaje caribeño un trozo de Málaga. La transformación es mucho más benevolente que la de la insufrible película El puente de San Luis Rey, que montó una hoguera de la Inquisición en la plaza del Obispo siguiendo los topicazos acordes con la leyenda negra.
Eso sí, si vuelven más producciones del calibre sueco, que inmortalicen edificios menos «rompedores» con el ninguneado Convenio Europeo del Paisaje.
La errata
Si usted quiere visitar algún día el campo de fútbol de Campanillas fíjese bien en el nombre de la calle en el que se encuentra. Han pasado los años pero la errata continúa:?un modelo pretérito de placa municipal anuncia a los cuatro vientos que estamos en la calle Vicenzo Vellini (sic).
En efecto, hay algo que no cuadra. Ignoramos si existió algún miembro de la familia «Vellini» merecedor de alguna calle. Sí que la merece desde luego Vicenzo Bellini (con «b» de burro), el músico italiano que compuso la ópera Norma. Algún día habrá que cambiar la plaquita.
La mejor trilogía que he leído nunca. Sólo he visto la primera pelicula,y hace bastante. Lo del paseo marítimo recuerdo que me fijé y dije, ¡uy si parece Málaga! pero nadie me hizo caso y como que lo dimos un poco por imposible, pero lo del noticiero sueco no lo recuerdo. Me volveré a fijar.