Ahora que se aproxima el famoso corte para la candidatas a capital cultural de Europa, Málaga ofrecía un aspecto más cercano a las poblaciones nómadas del Asia Central cada fin de semana, cuando un numeroso grupo de autóctonos incivilizados aparcaba en nuestras playas.
Aunque en Asia Central, por su ubicación, desconocen el significado de la palabra espigón y por supuesto de espeto, sí que campan a sus anchas en las inacabables estepas. Los mismos horizontes de libertad deben tener en mente nuestros conductores más selváticos, cada vez que, sin ningún recato y con la excusa de que no hay sitio para ellos, plantan sus trastos con ruedas en la arena, con el riesgo de atropello y la suciedad que eso supone.
Sin embargo, en estos días hay que felicitar al Ayuntamiento porque al menos el problema se ha resuelto felizmente. Igual que en los tiempos fenicios los puertos, ríos y arroyos eran la vía de acceso a su hinterland (no hay arqueólogo que en un estudio no suelte este «palabro alemán» que vendría a ser la tierra adentro y zona de influencia), en la Málaga del siglo XXI los arroyos son la puerta de entrada ilegal en masa de los coches a las playas. Y eso que estas bastante tienen con soportar una arena de calidad mediana (medianamente cutre) para encima convertirse en parking.
Pero el mes de junio ha traído una solución sencilla y rápida de realizar: el lateral que servía de entrada al arroyo ha sido tapiado, tal y como pedía la asociación de vecinos de Pedregalejo desde hacía años.
Se ha acabado así la colocación constante de pivotes de la Policía Local en la brecha de entrada al arroyo y el posterior «arranque» que realizaban algunos gorrillas a los pocos minutos.
Con esta solución, los fines de semana el cauce aparece limpio y por el arroyo Jaboneros ya no desembocan hileras de coches. Los automovilistas, claro está, tienen que buscarse la vida. En este sentido, las asociaciones de vecinos del Palo y Pedregalejo llevan bastante tiempo pidiendo aparcamientos en la zona, como en Echeverría, pero la falta de plazas no puede ser la excusa para aparcamientos ilegales en la playa.
Las ordenanzas municipales castigan con multas de hasta 300 euros el aparcar en la playa.?Con el «cierre» del arroyo más de uno se ha librado de apoquinar y bastantes bañistas, de tener que convivir con ruedas y motores en marcha. Felicidades.
El otro barrilito
Delante del Hospital Civil, en la esquina que da a la calle Velarde, se encuentra una chorisia que muy pronto se convertirá en digna discípula del barrilito de los jardines de Alfonso Canales, frente al Puerto.
Con el paso del tiempo, las hechuras de su tronco se han ido haciendo más rotundas y la expansión vegetal más notoria. Sin alcanzar los grados de sana «obesidad mórbida»?del barrilito, ya tiene el perfil de una de las Gracias de Rubens.En comparación con las otras chorisias de la fachada del hospital, este árbol es la madre de todos los árboles y algún día, nos pararemos en la calle para admirarlo…o intentar abrazarlo.