Hace unos semanas, el firmante presentó una catarata de propuestas para, en lugar de un supermercado Carrefour en el Puerto, instalar cualquier otro equipamiento igual de puntero.
Así, siguiendo el mismo razonamiento surrealista que la propuesta del súper de lujo, un servidor daba a elegir entre un Museo de Mari Carmen y sus Muñecos o un Centro de Interpretación del Cañón del Colorado. Ya me dirán si los cruceristas no se iban a sentir más atraídos por Doña Rogelia o los estratos paleozóicos en lugar de por descuentos en porra antequerana y espárragos de Tudela.
Pero la verdad es que toda persona que vive en Málaga en seguida capta de qué va esta ciudad. No vamos a recalcar de nuevo la imagen de nuevos ricos que proyectamos fuera de nuestras fronteras, pero sí hay que resaltar que mientras nuestros políticos nos quieren pintar un futuro neoyorquino, moderno, aséptico y civilizado, damos pasos agigantados hacia una recreación de Benidorm. Esas torres de pisos emplazadas en parques o en los barrios más atestados de Málaga y ese hotel de altura y prestigio irrumpiendo sin miramientos en el Centro Histórico no perfilan a políticos sensatos sino a provincianos deslumbrados por oropeles.
No vamos a culpar de este lamentable proceso al súper de lujo, que seguramente será un paraíso para esos cruceristas en chancletas, amantes de los embutidos ibéricos o el queso de Cabrales, pero el Carrefour es un signo más de hacia qué modelo de ciudad camina Málaga (en lugar de Muy Hospitalaria, debería cambiar su lema por el Pasen y Construyan).
Claro que elegir la senda del cutrerío también tiene sus ventajas. En cierta manera, con esta magna decisión política de apoyar en zona portuaria al «sector de ultramarinos», Málaga entra por la puerta grande en el selecto club de los chistes de Gila, con la importante ventaja de que «el enemigo» lo tenemos en casa.
A la altura del betún queda ya el manido Plan del Puerto, enriquecido con jamones de Jabugo y pimientos del piquillo. Así que, consumada esta faena de «aliño», sería hermoso que todos los políticos que de alguna forma sólo ponen peros con la boca pequeña a la sublime idea, quedaran inmortalizados en una gran placa conmemorativa en la sección de Espumosos. Al fin y al cabo, así es la política en Málaga: puro burbujeo fatuo.
Y ya saben nuestros representantes: en la próxima merendola absurda en una feria turística, encarguen esos molletes y ese aceite de oliva virgen extra que tanto les gusta al Carrefour del Puerto y cuenten a sus nietos cómo no se opusieron mucho a una operación que nos acerca, un poquito más, al inquietante terreno del realismo mágico. Va por Gila.
Salvamento
Frente a la sordidez de la anterior noticia, aquí va una bonita pincelada de humanidad: la pasada semana, ?un policía local y un taxista, en la calle Victoria, con el taxi parado y dos clientas dentro, rebuscaban con decisión bajo el coche.Tras un rato, el agente se puso los guantes y «extrajo» de entre las ruedas un gatito, salvado de un mal «arranque»?del día.