Rebuscando en la hemeroteca, esta sección se hizo eco de la primera protesta vecinal en el verano de 2007, cuando varios colectivos del centro pidieron al área de Cultura que devolviera la ‘identidad’ a la estatua del pobre Salomón Ben Gabirol, ignota en mitad de los jardines que, curiosamente, llevan su nombre.
La reforma de los alrededores del Museo Picasso se llevó por delante el pedestal de esta obra realizada en 1970 por el escultor norteamericano Reed Amstrong y con ella, el nombre del homenajeado, nada menos que un filósofo judío de primer orden mundial en la Málaga musulmana.
En esta ocasión, la estética se antepuso a la cultura, lo que además ha conllevado el deterioro de la obra, ya que al estar tan próxima a la tierra, la escultura es aprovechada para que los perros ‘meen’ en ella. Los ‘bajos’ de la túnica de Ben Gabirol presentan unos daños que no dan lugar a dudas.
En el mismo verano de 2007, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, envió una carta a Guadalupe Rodríguez, una de las dirigentes vecinales, asegurándole que la obra recuperaría en breve el pedestal y una placa identificativa.
Como el tiempo siguió transcurriendo, dos años más tarde, en agosto de 2009, un par de vecinos, Juan y Pablo, ataron al pie de la estatua, con una cuerda, un cartelito en el que se informaba de la identidad de la estatua.
Casi un año más tarde, Salomón Ben Gabirol sigue siendo objeto del alivio de mascotas, lamentablemente, pues el ‘pedestal’ mide cinco centímetros, pero al menos ya cuenta con una bonita placa, al pie de la obra, en la que puede leerse la trascripción del nombre de Salomón Ben Gabirol al hebreo y al árabe, junto con sus datos biográficos e incluso el apodo con el que él mismo se identificaba en poemas acrósticos:?‘Al Malaqui’ (el Malagueño). Ya se ha hecho un poco de justicia con el pensador malagueño. Falta un pedestal mucho más digno y ‘anti-orines’.
Análisis económico
Mientras los políticos más interesados nos pintan un panorama esperanzador, con brotes verdes de todas las tonalidades a la vuelta de la esquina, ayer un vendedor de la ONCE sentenciaba junto a un grupo de cocheros de caballos:?“Hasta los guiris están tiesos”. No hay mejor termómetro económico que patear la calle.
Inviables
La nueva carretera (‘vial’ le llaman los expertos) que une el Palacio de Deportes ‘Martín Carpena’ con el Puerto adolece en algunos tramos de aceras, así que los corredores que pretenden hacer ‘footing’ se encuentran en mitad del recorrido con que tienen que correr pegaditos al quitamiedos.Algún día, los ‘viales’ no sólo tendrán en cuenta a los coches sino también a los peatones y a los ciclistas. Mientras tanto, a aguantarse quienes usen las dos piernas.