Desde que las huestes de los Reyes Católicos comenzaron a dejarnos pelados sin árboles y la plantación de viñas terminó por encabritar al río Guadalmedina, los malagueños hemos visto con desconfianza y desprecio a este cauce, mayormente reseco y pedregoso.
Cuando la ‘riá’ de 1907, las autoridades cruzaban el cauce a caballo para visitar los daños en El Perchel y la Trinidad. Para variar, los barrios más pobres se llevaban la peor parte.Escenario de peleas a pedradas, de súbitos ‘agachones’ para aliviar un apretón y de planes para embovedarlo, desviarlo y librarnos de él, parecía el escenario perfecto para los periodistas del programa ‘Callejeros’.
Pero las lluvias galaicas de los últimos meses han devuelto la mayoría de edad al río Guadalmedina. En estas semanas prodigiosas el río ha vuelto a tener dignidad. Sin llegar a los caudales del Yukón o del ‘río que nos lleva’, ha devuelto la ilusión a muchos malagueños por ofrecer un espectáculo pocas veces visto.
Por eso, merece la pena pasarse estos días por el puente de la Aurora y por el de Armiñán para verlo bajar y para escuchar el agua (el de Tetuán no sirve por el murallón floral que tapa el ‘show fluvial’).
Como si de una estrella de cine se tratara, los malagueños se arraciman para ver un espectáculo realmente hermoso.El puente más concurrido es el de la Aurora. Allí son muchas las fotografías que se toman por ‘los rápidos’ que se forman. El sonido es además atronador, igual que en los ríos del Norte de España.Un poco más arriba, en el de Armiñán, las aguas bajan más mansas, pero allí es más bonito contemplar el fondo del río, con las piedras blancas que nos trasladan los misterios del fondo.
Cuesta creer que un escenario, durante décadas tan soso y reseco, sea capaz de transformarse en algo tan precioso. Las cámaras digitales salen como churros para inmortalizar un Guadalmedina lleno de vida, digno, ruidoso, rebosante de agua.Con este panorama, resulta difícil estudiar su desvío y embovedamiento. Dejemos pasar el tiempo un poco más, los puentes de Málaga reciben más visitantes que en toda su seca historia.
Aprovechamientos
Al final de la larguísima calle Navarro Ledesma, en la urbanización Torre Atalaya, se encuentra uno de los paseos peatonales más amplios y desaprovechados de la ciudad.Con los jardines en estado bravío y la inclinación del ‘piso’, se pueden hacer muchas cosas para mejorar lo que es un auténtico lujo para el peatón.
La asociación de vecinos del Romeral ya ha propuesto al Ayuntamiento que el paseo cuente con aparatos de gimnasio para mayores. Es una pena que esta auténtica ‘ágora’ del oeste de Málaga rinda tan poco.
María Zambrano
La filósofa que todos los políticos malagueños alaban por los libros que no han leído de ella.