Hasta el actual presidente de la Junta, José Antonio Griñán, lo reconocía en una entrevista en La Opinión: en nuestra comunidad falta todavía «hacer Andalucía». El 28-F los políticos verán izarse la bandera verde y blanca y cantarán el himno andaluz. Ahí quedará todo.
En las últimas semanas se han sucedido las declaraciones y debates sobre qué es Andalucía, después de 30 años de autonomía. El resultado no está muy claro. Lejos de ser una ‘realidad nacional’, como reza su estatuto (una definición que a un servidor le produce urticaria porque le recuerda a los Sudetes), hoy Andalucía consiste en ocho provincias en las que el fenómeno del localismo gana terreno a pasos agigantados.
Las peleas políticas tienen buena culpa. En Málaga, sin ir más lejos, Andalucía aparece representada por el enfrentamiento ‘eterno’ entre el Ayuntamiento y la Junta, esas declaraciones y réplicas cansinas entre el alcalde y los delegados.
El localismo también puede verse en el hecho de que Andalucía ofrezca, como Castilla y León, dos candidatas a capital cultural de Europa y en la idea que bastantes malagueños tienen de que Sevilla recibe un trato de favor. Cierta o no esa ‘confabulación’, así es percibida por muchos.
La labor de ‘zapa’ de los políticos acrecienta el localismo y a eso hay que sumar cierto cansancio, cada vez más expresado, ante el hecho de que el mismo partido lleve 30 años gobernando la autonomía.
Lejos de ser una unidad de destino en lo universal, como por desgracia proclaman algunas comunidades en las que domina el sentido de ‘tribu elegida’, los andaluces nos hemos pasado al otro extremo y no vemos más allá de nuestra provincia (algunos, ni más allá de su pueblo). En el medio está la virtud pero de momento, aquí no hay intención de alcanzarla.
Dicciones
Aunque uno se repita, flaco favor le presta a la ‘autoestima’ de los andaluces un buen número de locutores malagueños y del resto de Andalucía que continúan anclados en las normas de dicción de los años 30.
A diario transmiten a su audiencia el mensaje de que el español hablado en Andalucía es una ‘desviación’ del castellano correcto y por tanto debe tratarse en el logopeda. Se trata del fenómeno de la ‘hipercorrección’, criticado por los lingüístas (y en esta sección las veces que hagan falta).
El resultado, como podemos escuchar en tantas radios y televisiones, es un español artificial y relamido, que convierte Andalucía en un fenómeno único dentro de los medios de comunicación españoles, pues ya sólo en nuestra comunidad buena parte de los locutores ‘corrigen’ su acento, supuestamente incorrecto.
El complejo de inferioridad nos sigue entrando por un oído pero no nos sale por el otro. Feliz 28-F.
Ocho provincias unidas con premeditación y alevosía, sr. Vazquez. Aquí se nos dijo que la Junta iba a Antequera, que es el centro de lo que hoy llamamos Andalucia, ya sabe usted, que Andalucia ( Cadiz, Cordoba, Huelva y Sevilla ) unida con el Reino de Granada. Almeria, Granada y Málaga que solo son Andalucia desde hace treinta años, aunque el desconocimiento por parte de el resto de los españoles les haya llevado a confundirlas ( ya sabe usted de Despeñaperros para abajo, para llegar al antiguo reino hay que pasar por Andalucia) de ahí lo de Alta Andalucia o Andalucia Oriental, pero debido al desconocimiento no a la historia. En cuanto a los logros que los habrá yo no se lo discuto, para mi que me crié con lo de la Quinta capital hoy ya somos la sexta capital ( nos pasó Zaragoza) y la sexta provincia (nos pasó Alicante) y aun así, con el parón de nuestro progreso incluido, tenemos más habitantes que ocho autonomias y pagamos la cuarta parte de los ingresos de la Junta centralista. Muchas gracias. En diez años la libertad.
Pido disculpas, se me olvido Jaen que tambien es Andalucia.