Los pueblecitos ingleses, incluso los costeros, tienen la suerte de ser casi inmutables. Por muchas décadas que pasen, el viajero que regresa no se topará con miríadas de chalés levantados en terreno rústico o con construcciones contrarias a la dignidad humana (y el paisaje).
El clima plácidamente tremebundo y una ordenación urbanística civilizada es lo que les protege de desmadres como los que ofrece nuestra Costa del Sol.
Pero incluso en Málaga capital, ciudad sujeta a los vaivenes caprichosos de un urbanismo camaleónico, puede localizarse la ‘inmutabilidad’, lástima que sea en los rincones más necesitados de un cambio urgente.
Es el caso del solar que monta guardia junto a la bonita plaza de la Aurora, frente al Guadalmedina. Años han pasado desde que esta esquina, a dos pasos de la calle Trinidad, ofrece un aspecto tan desolado, de ciudad bombardeada.
Refuerza la sensación de decrepitud los cinco postes de la luz o del teléfono (a lo mejor de ambos) que jalonan este espacio olvidado junto a la antigua ermita de la Aurora. Uno de los manojos de lianas que cuelga sin problemas por la zona se engancha de manera tumultuosa en la calle Feijoó, mientras que el segundo ramal toma el rumbo de la calle Trinidad. El solar en cuestión está ‘reciamente’ vallado, pero se encuentra rodeado por paredes medianeras en diferentes estados de decadencia. En muchas de ellas asoman vigas partidas y oquedades de ladrillo.
La peña Trinitaria, la del famoso concurso nacional de saetas, lleva muchos años soportando esta desértica vecindad. Y?hasta la bonita plaza de la Aurora, con bancos de piedra hechos por la escuela taller del Imfe, luce menos por la mala influencia de este solar acompañado de ‘lianas’ de última generación.
Pasan los años y no hay nadie que le meta mano a este solar, delante del cual se extiende una tímida acera sobre la que aparcan hasta cinco coches. Estamos en un territorio urbano a medio hacer que se resiste a cambiar. Tanta inmutabilidad, mal entendida, cansa y perjudica la imagen de esta cambiante ciudad.
El cráter
Anclado en el otoño se ha quedado un brasero para castañas, que el propietario ha encadenado a una papelera en la cuesta de la calle Jerez Perchet, en Ciudad Jardín.
La concurrencia, demasiado acelerada como para andar diferenciando cacharros en la vía pública, se ha dedicado a depositar basura en el brasero, que parece un cráter portátil de desechos.
Voces cofrades
Antonio Chacón, antiguo trabajador del famoso hotel Miramar y poeta, presentó ayer ‘Málaga entre versos y saetas’, un CD de Semana Santa en el que a sus poemas le ponen las voces personajes como Diego Gómez, Antonio Guadamuro, Jacinto Esteban y el propio autor. Este veterano malagueño sigue regalando creatividad y amor por su ciudad.