Vanas han sido las protestas de esta sección para que fueran sustituidas las cabinas de fotos de la Alameda Principal. En la última década, las llamadas de atención han caído en saco roto, mientras los malagueños han sido testigos del ‘agravamiento’ de estos cacharros, que parecen el ‘atrezzo’ perfecto para una serie sobre la posguerra o una película neorrealista (‘Málaga Año Cero’, por ejemplo).
Pero el firmante tiene que ademitir que en este tiempo le ha cogido cariño a esos cachivaches de la Málaga ‘pre-industrial’. Se han convertido, prácticamente, en el eslabón que une la capital de 2010 con los fotógrafos del Parque que trabajaban con un caballito de cartón.
Ignora un servidor si estas tres cabinas son usadas todavía por los clientes, pues deberían ir acompañadas de algún tipo de cartelito de la Organización Mundial de la Salud.
Lo que está claro es que, si algún usuario decide hacerse una foto en la Alameda y en ese instante comienza un temblor de tierra, hará muy bien en salir escopetado de las cabinas.
No hay más que admirar esas estructuras obsoletas para corroborar el consejo anterior. Además, las tres cabinas están coronadas por una estructura oxidada de hierro, de la que salen un par de cables que se pierden en las alturas de un ficus vecino.
Las cabinas, para quien no las localice, se encuentran en la acera central de la Alameda, casi a la altura del mercado de Atarazanas. Y?puesto que no hay fuerza humana que empuje al Ayuntamiento a ordenar la ‘mejora estética’ de este vetusto cutrerío, quizás la solución sea un informe arqueológico, para determinar la datación de las piezas y si procede incluirlas en algún rincón del Palacio de la Aduana. Otra solución ‘historicista’ sería trasladarlas a los bajos de la plaza de la Marina, para que las cabinas enriquecieran los restos arqueológicos de la zona.
Los políticos malagueños están todo el día hablando de ‘poner en valor’ todo lo que se mueva, revaloricemos estas injustificables cabinas convirtiéndolas en un trozo ‘imperecedero’ de la Málaga de la Transición.
La charca
Junto al bingo que hay en la esquina de la avenida de Velázquez con la barriada de Vistafranca se ha formado una charca que deja en pañales la que en su día ocupó el solar donde se levantan los Baños del Carmen.
Agua, barro y bolsas de plástico conviven en perfecta armonía, sabedores de que el responsable de este terrizo tardará años en darse por enterado de cualquier recomendación de Urbanismo. En todo caso, se recomienda transitar con piragua.
Reloj no marques
La calle Gerald Brenan del polígono Guadalhorce, como tantas vías de esta zona, es un llamamiento al ‘arréglate como puedas’ del peatón. Hay partes en las que las aceras son material para los relojes de arena.