Por favor, que empiece ya.

8 Sep

A ver, desde tiempo inmemorial, España ha sido un equipo que ha competido muchas veces por encima de sus posibilidades. Y ya no es sólo con la época de la generación dorada y posteriores, porque incluso antes, conviviendo con los horrores que uno pueda tener en la memoria, desde el final de los setenta, casi siempre se hablaba de éxito.

Y lo que ha ocurrido es que todo ha salido mal, con una clasificación indigna, aunque todos tengamos claro que los jóvenes que vienen tienen muy buena pinta.

Como detalle bueno y malo a la vez, está que el próximo verano no haya cita de selecciones, con lo que ni se va a forzar prematuramente la aparición en la primera línea de los jóvenes, pero simultáneamente, recordar al equipo nacional, va a llevar de la mano el espanto vivido en Limassol. Porque se pueden decir muchas cosas, pero llegar como vigente campeón y salir encuadrado al mismo tiempo que Chipre, Bélgica, Chequia, Estonia, Islandia, Montenegro y Reino Unido, no era asumible ni por el más cenizo.

Como cuento digno de película navideña ya tuvimos el Eurobasket de 2022 con Alberto Díaz protagonizando un sueño inesperado, incluso el Mundial de 2019. Y estaba claro que la cosa no era para repetirlo, pero una cosa era pensar en metales y la otra irte con selecciones que en su mayoría sólo van por ser organizadores o por la inflación de equipos por tener 24 participantes.

Como el tema no acaba aquí, además hay que sumar la despedida de Sergio Scariolo del banquillo de la selección, sacando como último resultado al frente el menos decoroso que se podía esperar. Culpar al entrenador italiano viene a ser algo parecido de culpar sólo a Diego Ocampo de la eliminación temprana de la selección checa, olvidando otras circunstancias.

Y es que en las circunstancias hay que poner las ausencias, como la de Lorenzo Brown, que terminan condenando a un equipo con demasiadas dificultades.

Es verdad que el campeonato no va corto en sorpresas, que se lo pregunten a Serbia o Francia, pero la actuación del grupo de Scariolo ha dejado claro que se puede tener talento, pero si el carácter no va de la mano, no sirve para nada.

Tengo claro que esta selección con sólo un jugador con vitola NBA, en la figura de Santi Aldama no es comparable a las anteriores en las que se juntaban hasta media docena con estancia en la mejor liga del mundo, pero en los que han estado en Chipre hay jugadores sobrevalorados, que han vivido de lo que han conseguido estando a la sombra de otros que han soportado la responsabilidad que ahora no han sido capaces de asumir.

Quizá la única cosa positiva ha estado en la aparición tanto de Sergio de Larrea como de Mario Saint-Supéry, que han hecho de la necesidad virtud, y aparecieron en modo rescate a la desesperada de un grupo que naufragaba.

Con los dos chicos, habrá que ver si cuándo sean los que tengan una responsabilidad real en un grupo en el que no vayan sólo por descartes ajenos, dan la respuesta adecuada, cosa que también será aplicable a la gran mayoría de jóvenes que no han ido y que están en la mente.

Es cierto que de todo esto se puede hacer mención a la responsabilidad, a la presión y decir que son personas, no máquinas y todo eso que nos sabemos de memoria y sale al justificar errores, pero sobre esto, en el calentón del partido de Grecia, puse que lo de los fallos en el tiro libre por parte de profesionales es como si vas a urgencias y el enfermero no sabe cómo taparte una herida. Sigo pensándolo.

España cosechó un desastroso último lugar de todos los participantes en tiros libres, con un paupérrimo 60% alcanzado por el 81,3% ante Bosnia, porque no llegó a ese 60% en el resto de los partidos, con un horrendo 46,2% ante Georgia.

Y es algo sobre lo que cada uno recapacitará, llegarán con su equipo a la cancha ACB que sea, harán el partido que su club espera y sacarán pecho, porque por eso van a al equipo nacional: porque son los mejores, pero también digo que olvidar este horror perpetrado al baloncesto es complicado.

Así que, con más ganas esperamos que llegue ya el comienzo de la competición, que pasen los partidos de preparación y los torneos previos a la Liga Endesa. Que con los de verde y morado, recuperemos la ilusión y la alegría que nos fastidió el verano.

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