Tras haber cerrado la clasificación para el playoff de la FIBA BCL en primer lugar del grupo J de la competición, antes de la disputa del último partido en Lituania, al Unicaja le tocaba encarar el compromiso ante el líder de la ACB, o sea, la repetición de la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid.
¿Qué decimos del partido?, ¿qué opinamos de un encuentro entre el último campeón de copa y el último campeón de liga que termina 105-107? Simplemente, una auténtica delicia aunque fuera el Unicaja el que terminara cayendo.
Sin meterme mucho en el tema de importancia de la derrota, de si terminará siendo más o menos determinante para la clasificación final o no, el partido a priori tenía todos los alicientes del mundo, además, la ausencia a última hora de Facundo Campazzo en el rival, subía mucho más las expectativas de esa parte de la afición cajista que de un tiempo para acá piensa que ni se puede perder un partido en la temporada, ni dejar de ganar a los equipos grandes.
En parte, la culpa la tiene el propio equipo, para lo bueno y para lo malo, porque en los momentos que se oye eso de “competir”, la traducción simultánea particular va a “lo que no sea ganar es un fracaso”, y puede ser pensando que para ello este Unicaja ha demostrado ser capaz de plantarle cara a cualquier rival, aunque esto no suponga ser infalible.
Y lo cierto es que en muchos momentos del partido del domingo, hubo sensación de estar viviendo lo que luego fue, un auténtico récord, con los 23 triples anotados por los de Ibon Navarro, con un porcentaje global del 53%, habiendo sido el mínimo de acierto por cuartos del 41%.
Un auténtico récord, pero lo que consiguió el Real Madrid no fue poca cosa, porque, sin ir más lejos, aparte de endosarle al Unicaja 25 puntos más de los que habitualmente venía encajando el equipo malagueño, lo hizo dominando el rebote (28 por 42), y con momentos tremendamente estelares, como el último cuarto, en el que consiguieron un 80% de acierto en tiros de campo, ya que sólo fallaron 3 tiros de los 15 que lanzaron.
Naturalmente hay que tener claro también que lanzaron el mismo número de tiros libres para un total de 27, que puede parecer sangrante porque el Unicaja sólo fue 12 veces a la línea en todo el encuentro, está claro que los locales tienen desde hace tiempo la vitola de equipo duro (¿les suena eso de equipo intenso, físico, agresivo?, traduzcan, por favor), pero cometieron más faltas que las habituales (26 por 22) y recibieron menos (17 por 20), con lo que empeoraron los datos estadísticos habituales, no así los blancos, que estuvieron mejor en faltas cometidas (17 por 19) y recibidas (26 por 22), por lo que tras ver esta ensaladilla de números alguno dirá que el atraco se ha consolidado.
Pero tampoco creo yo que haya que ir por ahí, al igual que el Unicaja no se enfrentó a unos seres de luz incapaces de realizar ninguna mala acción, no hay que dejar de pensar que fue un partido en la mitad de la segunda vuelta, con unos objetivos de rendimiento en cuanto a la planificación del equipo diferentes de los que se espera para más adelante, que aunque nos resulte muy complicado de entender (aunque menos después de la temporada pasada en ACB), no tiene pinta que se hipoteque la preparación del equipo cara al tramo final, ni siquiera para ganarle al Madrid -aunque se estuviera a punto- y para ello haya que “traicionar” el espíritu de la preparación en teoría.
Todo hay que entenderlo en el contexto que rodea a las circunstancias del partido, como he indicado arriba, incluso en el desarrollo del mismo, pero siempre con lo inmediato en los datos, a ningún cajista le hizo gracia que no entrara el lanzamiento de Tyson Carter que hubiera supuesto completar dos docenas de aciertos y que hubiera significado el triunfo, al igual que tampoco se esperaba que Usman Garuba se pareciera más al jugador que se fue a la NBA y revitalizara atrás a su equipo, no lo que se ha visto en el primer tramo de temporada.
Tampoco gustaría que el campeón de Liga y subcampeón de Copa y Euroliga remontara en un último cuarto al que se llega con un 78-68 en el marcador y un final de periodo en el que mentalmente muchos creyeron que se acababa el partido, sin pensar que quedaban 10 minutos por jugar, es más, hasta alguno estará ofendido porque Abalde y Tavares prácticamente no aparecieran en cancha en el cuarto final, sobre todo porque los hay capaces de pensar que algunos miembros de las plantillas de Real Madrid o FC Barcelona no dan el mínimo exigible para formar parte de este Unicaja, y con la excusa del respeto a las opiniones hay auténticas burradas.
Queda lo mejor de la temporada, con los títulos ya conseguidos, con los pendientes de decidir, con la duda de saber qué importancia tendrán las derrotas en sitios como Lugo, Girona o Zaragoza, o pensar si el momento en el que lleguen los partidos decisivos, el momento de forma y de salud será el adecuado para la exigencia de las competiciones, pero también, pensando contra quien va a haber que jugarlo.