Esperábamos al equipo.

9 Dic

Llegó la jornada en la que el Unicaja va a dejar el liderato de la competición ACB. Lo hará a manos de un equipo que no pertenece ni a la Euroliga ni a los dopados presupuestariamente por el fútbol. Será al Valencia Básket o a La Laguna Tenerife. No sé si tiene mayor trascendencia o hace que sea más o menos importante, pero lo cierto es una circunstancia más en la temporada y nada más.

Que el equipo de Ibon Navarro volviera de Madrid el domingo con  solo la segunda derrota de la temporada era algo que seguro hubiéramos firmado todos. Hablamos de conseguir el 80 por ciento de triunfos en los encuentros disputados, pero confieso que, personalmente, esperaba algo más.

Con el Unicaja líder, y el Real Madrid cuarto clasificado, jugando su quinto partido en 11 días, y habiendo perdido tres de los cuatro últimos disputados, entre Euroliga y Liga ACB, pensaba que el Unicaja iba a tener mayor personalidad. Que íbamos a ver al equipo sólido y agresivo de otras ocasiones y que iba a llevar la iniciativa en el encuentro.

Y es que era un partido de esos que no es necesario levantar ningún tipo arenga épica, aunque sólo sea un encuentro de Liga Regular y que a la hora de jugar la Copa del Rey o el play off por el título no tendrá más trascendencia que algún recuerdo puntual. Pero jugar en Madrid, aunque sea estando en cabeza de la competición y con la sensación de llegar mejor que el anfitrión, ya debería bastar para que fuera una ocasión de salir con las pilas totalmente cargadas y una oportunidad de demostrar que ese puesto en la tabla no era ilusorio.

Quizá el error está en pensar que ese hipotético y renombrado bajón que ya se nos dijo que se iba a producir -ya saben, por eso de empezar a competir antes, por hacer una pretemporada poco ortodoxa en comparación con el resto-, se nos había olvidado que iba a pasar por los buenos resultados, por tener días brillantes, marcadores mejores, rivales en otro plano de preparación, e incluso encuentros que se ganan sin tener que dar la mejor versión. Aún así, todos esperábamos al mejor Unicaja en el WiZink.

Aparte de la derrota, muy cerca de la máxima ventaja que tuvieron los locales y que más adelante lo mismo se recuerda, las conclusiones que saco no son las mejores. Vi a un equipo siempre a la expectativa, esperando qué hacía el rival, superado por su intensidad, su agresividad y casi imposibilitado para mostrar sus señas de identidad en la pista.

Un detalle estadístico en particular. Antes de jugar en el WiZink Center, el Unicaja era el tercer equipo que más asistencias promediaba en la Liga, con 21,3 por encuentro. El domingo no hubo pases decisivos en el primer cuarto (ojo, ninguno) y 3 al descanso, para finalizar con 15, lo que deja claro que el partido fue sin ritmo, con parones, sin que el Unicaja pudiera correr y teniendo que resolver de manera individual, si a ello se le suma el temor a la presencia de Tavares en defensa, sale todo.

Y es que el equipo de Chus Mateo, apoyado en Deck y Abalde, no necesitó que los soportes habituales como el mencionado Tavares, Campazzo o Hezonja tuvieran siquiera una presencia determinante, porque, de manera decepcionante, el equipo que parecía en crisis, con una personalidad supeditada a lo que expusiera el rival y que presentó una permanente espera ante lo que mandaba el contrario fue el equipo malagueño.

Esta semana no hay competición europea, quedando el partido sin trascendencia de Polonia del día 17, y gracias al trabajo bien hecho, hasta final de enero no vuelve a los partidos de BCL. Así que toca centrarse en lo que viene ahora, con cuatro rivales entre los 10 primeros de los 7 partidos restantes hasta el final de la primera vuelta y el consabido corte para la Copa del Rey.

No he mencionado para nada el tema de la agresión de Serge Ibaka a Dylan Osetkowski y la posterior expulsión del madridista y de Tyson Pérez y Melvin Ejim. Lo he hecho a conciencia, porque los árbitros hicieron lo que tenían que hacer reglamento en mano. Y las protestas y los lamentos por lo injusto de la norma toca hacerlos igual que cuándo nos quejamos de la Euroliga u otras cosas: antes, en verano, cuando se instaura de qué forma funcionar, no sólo cuando lo absurdo o incompleto del artículo de marras nos atañe.

La mejor noticia sería que jugadores que están pendientes de ofrecer su mejor versión se reenganchen y rindan como se espera de ellos. A punto de cerrarse el primer tercio de competición, es necesario que aparezcan, queda mucho de competición, mucho trabajo por delante y una cantidad enorme de oportunidades de hacer las cosas bien. Toca ir a por ello.

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