Pues al fin llegó el partido. No el partido decisivo porque si nunca ha habido un «campeón de noviembre», mucho menos se decidirá una temporada por un encuentro en octubre. Hablar del partido viene porque parece que hay cierta ansiedad esperando el día en el que este Unicaja versión 2024/25 pierda su primer encuentro. No ha llegado aún, pero jugar frente al Barça se veía como la ocasión más inmediata.
A ver, la primera derrota lo mismo es en la FIBA BCL frente a un equipo de esos que nadie tiene en cuenta o ante un rival considerado inferior en ACB. Aunque con lo visto el pasado domingo en el Martín Carpena, más que temor a la hora de encarar el siguiente encuentro, lo que se imagina uno es otra oportunidad para seguir mejorando y disfrutando de todo lo que se vive por aquí.
Llevamos casi todo el curso oyendo que si el Unicaja ha jugado contra los cuatro últimos, que están en mejor forma porque su competición ha empezado antes, que la FIBA BCL es más o menos un torneo veraniego de urbanización y que ya caerán. Pero mientras tanto, todo se ve distinto desde la posición del líder.
Y sí, el Unicaja terminará cayendo, como todos, pero antes, el momento de juego y el baloncesto que está desarrollando es el mejor que se puede ver en España y no digo más allá por desconocimiento del resto. Como he puesto en el inicio, no significa nada estar bien en octubre, pero sí que supone poner una base importante para que el trabajo que haya que desarrollar tenga los cimientos tan sólidos como requieran los rivales y la competición.
El domingo vivimos y disfrutamos de un gran espectáculo. Un partido de los que enganchan incluso a los que no les gusta esto, de esos que en la vuelta a casa el aficionado piensa que el Barça es muy bueno, pero que el líder de la competición no lo es por casualidad y que el Unicaja fue demasiado para los de la Ciudad Condal.
Extendiendo el análisis del partido, habrá que tener en cuenta que quizá el rival tenía parte de la concentración en la doble jornada de competición europea que tienen en Estambul (Anadolu Efes) y El Pireo (Olympiacos), cosa que los locales no tienen que lidiar. Ya que, aunque sea mínimamente, se saca a bailar el tema Euroliga sí o no, tanto el Barça como Real Madrid o Baskonia, los otros participantes de la Liga ACB, confeccionaron sus plantillas sabiendo qué exigencia iban a tener participando en una competición en la que están de manera voluntaria y en la que incluyen y excluyen a los demás por pura conveniencia, usando una normativa similar a los principios del gran Groucho Marx (recuerden, «estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros»).
Por lo tanto, estas cosas se me asemejan a las quejas del jefe de la empresa por los problemas que tiene, mientras los empleados lo oyen y piensan que nunca llegarán tan arriba y que su pelea, pese a estar encuadrados en el mismo lugar, no tiene nada que ver.
Mientras tanto, aunque el final del trabajo está desnaturalizado de alguna manera porque las reglas no son similares para todos y la distancia entre unos y otros se amplía a cada momento, lo complicado realmente va a ser mantenerse arriba, en primera, segunda o cualquier posición, ganando títulos o peleando por ellos. Por los problemas que pongan los contrarios o la misma idiosincrasia de este club, que en su día estuvo arriba y ya sea desde dentro, o por su entorno, no se valoró convenientemente el lugar de privilegio que se tenía.
Era otra época, con una normativa y unos condicionantes que ya son historia antigua, pero lo que se tiene ahora da para estar arriba de forma puntual mientras se va desarrollando todo esto, pero con la imposibilidad de saber dónde estará situado el futuro. Así pues, lo que toca será hacer caso de lo que dicen los de fuera: a disfrutar de mirar desde la cima.