Disfrutemos.

23 Sep

No ha pasado ni un mes desde mi última aparición en estas páginas, momento en el que el Unicaja jugaba el primer partido de pretemporada frente al Benfica en Melilla. En unos días, comienza ya la temporada 2024/25 de la Liga ACB frente al Bàsquet Girona de Fotis Katsikaris y entre una cosa y otra, el equipo ha completado una plantilla con muy buena pinta al sumar a Olek Balcerowski y ha conquistado dos títulos oficiales: la Copa Intercontinental FIBA y la Supercopa ACB.

Ocho títulos en el balance del club de Los Guindos en sus 47 años de historia. Todas las competiciones que el Unicaja ha jugado las ha ganado, salvo la Euroliga, aunque en mi opinión personal, haber jugado la Final a Cuatro de Atenas en 2007 es para sentirse igual de orgulloso.

Teniendo en cuenta estos dos títulos y el momento de la temporada en el que estamos, habrá que poner en perspectiva todo lo ocurrido en estas dos últimas semanas. Aunque la Copa Intercontinental suena a lo que es, no hay que dejar de pensar que si se estaba allí era por haber ganado la FIBA BCL en la temporada 2023/24 y que los rivales sean los que estuvieron en Singapur en lugar del campeón de la NBA o la Euroliga, es algo que tampoco podía elegir el Unicaja antes de jugarse.

En el caso de la Supercopa, las circunstancias llevaron a que fueran los cuatro mejores del curso pasado a Murcia. Y el Unicaja ha terminado como el séptimo club español que gana la competición que comenzó en 1984, aunque no se ha disputado de manera ininterrumpida.

Pensar que la temporada está hecha no es nada real. Las dos copas ganadas, en caso de haber perdido, serían a unos partidos de preparación para el curso que se viene a partir del sábado. Medios de comunicación y redes sociales serían altavoces de mensajes negando la importancia de los torneos fuera de esa Santísima Trinidad apócrifa que son la Liga ACB, la Copa del Rey y FIBA BCL (o la competición europea de turno), obligando a focalizar ahí los esfuerzos.

Más allá de eso, toca disfrutar de lo que ha conseguido. Además de tener que superar a un UCAM Murcia motivadísimo, por su condición de organizador, cabeza de serie y esa rivalidad artificial que desde allí nos quieren obligar a adoptar en los últimos tiempos, el Real Madrid lo tenía todo para conseguir su undécimo título, que hubiera sido el séptimo consecutivo. Vale que los blancos llevaban sólo cuatro partidos anteriores a la final y está claro que su objetivo estaba en otra hoja del calendario, pero lo mismo también podía ser aplicable al Unicaja, lo cual nos daba un partido con los campeones de liga favoritos, pero que podrían aproximar a ambos rivales.

Y es que, a este tipo de equipos que ven la Final a Cuatro de la Euroliga como un objetivo a conseguir, se les puede ganar ahora de manera más fácil. Pretender hacerlo en abril o mayo lo pone más difícil, pero a un único partido se puede conseguir, como ya ocurrió en Badalona en la Final de la Copa del Rey del 2023. Luego viene lo que se sabe de este Unicaja: una plantilla larga, poderosa, con gente más que capacitados para ser el MVP de la competición y una sensación de no abandonar nunca.

El Unicaja salió de lujo en la final del domingo, le colocó 32 puntos en el primer cuarto y a partir de ahí cimentó el triunfo. El segundo cuarto fue el peor para Unicaja, con una desconexión mental, más pendientes del arbitraje que del resto, pero tras el paso por la caseta, quedó claro que el Unicaja estaba a la altura del reto y del rival, y con el habitual baloncesto coral, convirtiendo en piezas importantes a cualquiera que lleve su camiseta, dio el paso que necesitaba para conseguir el título.

Y ahora, viene lo real, tras disfrutar de los dos títulos, toca trabajar para seguir mejorando y manteniendo el listón de la ilusión tan alto como en la mejor época en la que los aficionados del Unicaja nos sentíamos importantes y capacitados para mirar a los ojos a los de cualquier equipo de Europa. Pero creo que ahora se está mejor, con mayor madurez, sabiendo que caer es más que posible si se pierde la humildad y la capacidad de trabajo, como se hizo hace muy poco tiempo. Además, la preparación requerirá ratos de rendimiento con altas y bajas, lesiones, la sanción de Dylan Osetkowski todavía pendiente de recibirse y la campaña se podrá hacer muy larga.

Mientras tanto, mientras se apela a la sensatez y la madurez de todo lo que rodea al equipo y al club, vamos a disfrutarlo. Y vamos a aprovechar para felicitar a todos, a la plantilla, al cuerpo técnico con Ibon Navarro a la cabeza, a Juanma Rodríguez y a Antonio Jesús López Nieto y al resto de la familia cajista. Simplemente porque no siempre será tan bonito.

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