Dejando atrás una semana en la que la selección nacional de baloncesto ha quedado fuera de la competición olímpica en un triple empate con Grecia y Australia que ha condenado a una durísima última posición en el grupo de la fase previa, seguimos sin noticia alguna de nuestro Unicaja con respecto al cierre de plantilla para la temporada 2024/25, porque ahora mismo, pensar que Ibon Navarro va a repetir plantel sólo con el cambio de Will Thomas por Tyson Pérez lo veo poco realista, sobre todo por la duda de Dylan Osetkowski, y la necesidad imperiosa de reforzar un juego interior que está aún más necesitado de piezas, con la salida de Augusto Lima, y si nos puede parecer poco, el postre nos aparece así escondido con una parquedad entre los cupos que no es ni de lejos lo que se pretendía en el inicio.
Pero no sé ustedes, para mí, la principal noticia fue la salida del club de Toñi. Persona de las que me gusta tildar de imprescindible en una organización que tengo muy claro que seguirá funcionando, como ha ocurrido en tantos casos anteriores, pero mi Unicaja sin Antonia García García se me queda huérfano.
Toñi ha conseguido en cuarenta y cuatro años de labor profesional transmitir algo que a la gran mayoría de los mortales les resulta imposible: hacía ese “gravísimo” problema que tenías (una entrada, cambiar de ubicación en el pabellón, buscar el autobús para el viaje del equipo júnior…) un detalle más que terminaba resolviéndose con una incidencia mínima, y todo ello con la evolución obligada del paso del tiempo.
Y el paso del tiempo no se ciñe a cambiar de la avenida de Carlos Haya (donde nos conocimos allá por 1981) a Los Guindos, de no tener fotocopiadora a que por la página web tienes la oportunidad de gestionar hasta un viaje con el equipo, se trata de ir creciendo con un club en el que prácticamente los empleados conocían a los abonados, a convertirlo en una organización que tiene sus puntos mejorables, como cualquiera de nosotros, pero que es sinónimo de seriedad y eficiencia incluso más allá de su entorno natural, vamos como la misma Toñi.
Ahora le toca cambiar el modo de cumplir con los objetivos, ahora en lugar de la base de datos de miles de abonados, toca gestionar su tiempo para hacerlo bien con ella misma y su familia, en resumidas cuentas: vivir, que es lo mejor que le puede pasar, y además, se lo merece.
Ponía por ahí arriba que conocí a Toñi hace tiempo, ¿saben lo mejor de todo?, que siempre tuvo la habilidad de hacerte exclusivo, aún estando entre eso que llaman masa social (por cierto, bastante fea la denominación), vamos un “primus inter pares” cada vez que hablabas con ella, y aunque la vida nos recuerda siempre que esto va cambiando, con Toñi, he tenido siempre la misma sensación del principio, aunque nos hubieran pasado cuarenta años por nuestro lado.
Con su salida del club, en cierto modo se nos cae la última figura que nos recordaba las raíces de todo esto, que nos unía a gente que, sin ellos, no existiría algo que disfruta algo más que la gente de Málaga, esta ocasión me vuelve a poner delante a José María Martín Urbano, a Alfonso Queipo de Llano, a Paco Moreno, a Juan Luis Moreno, a Juan de Dios García, o a tantos que tengo el recuerdo y que no caben aquí, que contribuyeron con su trabajo a que pasáramos de ver al Askatuak o al Mataró en Tiro de Pichón pagando 50 pesetas por sufrir para no bajar a la tercera categoría nacional, a quedarnos con la boca abierta cuándo el taxi dobló hacia la avenida Olympianikou Spyros Louis en el barrio ateniense de Marousi, y vimos el escudo del Unicaja junto a los de Baskonia, CSKA y Panathinakos en la fachada de la sala OAKA para la Final a Cuatro de la Euroliga.
Y en esas sensaciones que vas asimilando con el paso del tiempo, siempre ha estado Toñi, ayudando en todo lo que tú necesitaras, poniendo la eficiencia a tu servicio, y, sobre todo, haciéndote sentir importante. Ahora que a Toñi le toca esta novedad en su vida, sólo espero que disfrute de tantas cosas como se lleva mereciendo tanto tiempo. Nosotros, intentaremos lidiar con la falta de alguien imprescindible, pero ése es nuestro problema, no el suyo. Te echaremos de menos. Un beso.