Organizarse.

15 Jul

El final de la temporada 2022/23, sólo tuvo para la afición cajista la alteración en la plantilla por la salida de Darío Brizuela camino del Barça, y el cambio posterior por Kameron Taylor.

Para esta postemporada, se sabía que la cosa no iba a ser parecida. Antes de acabarse ya se hablaba que tanto Tyson Carter como Dylan Osetkowski tenían más posibilidades de jugar lejos de Málaga que de seguir aquí. Entre los interiores iba a haber movimiento, ya que terminaban contrato Will Thomas, Augusto Lima y Yankuba Sima y la sensación general era que cambiar cosas estaba en el menú del verano.

Tras la salida de Augusto Lima y la inclusión de Yankuba Sima en el tanteo, que esta vez ha favorecido al Unicaja e hizo que no apareciera una oferta del Dreamland Gran Canaria, vinieron el interés del Barça por Dylan Osetkowski y darle carta de naturaleza, con declaraciones del presidente Antonio Jesús López Nieto inclusive, a traer de vuelta a uno de los jugadores jóvenes más apetecibles -condición de cupo incluida- del último tiempo: Olek Balcerowski.

Pues bien, con todo casi controlado, esta semana pasada hemos visto cómo se sacaba a la luz, algo que a base de rumores propios de instituto de secundaria en modo «yo sé un secreto, pero no lo puedo decir» llevaba rondando demasiado tiempo, y que se daba como el motivo que paralizaba el traspaso de Osetkowski, ya que, según trascendía, iba a llegar una sanción sí o sí.

Al final, un medio serbio ha puesto negro sobre blanco que el jugador californiano dio positivo en un control antidopaje. Esta noticia ha dejado en segundo plano la retirada de Carlos Suárez, que aunque ya no formaba parte del club, era el cuarto jugador con más partidos jugados, y el segundo en activo.

También hemos visto cómo abandona nuestro deporte Will Thomas, el tercer extranjero que más veces ha vestido de verde tras Kenny Miller y Adam Waczynski, y todo un ejemplo de rendimiento profesional, para mí, con mayor impacto en el grupo en su segunda estancia en Málaga, aunque numéricamente no haya sido tan brillante.

Y hasta aquí, las noticias que podríamos tolerar en el ánimo de un cajista, pero hay que reconocer que la pasada semana se ha puesto densa a la hora de generar información.

Porque el positivo de Osetkowski trae ahora otra figura a la hora de plantear la temporada 2024/25, con independencia de la duración de la sanción. Y es que sigue siendo un jugador con contrato en vigor y cuyo peso específico en el equipo es incluso mayor que antes. Sobre todo, porque Balcerowski no vendrá  ya que el Panathinaikos no libera al polaco de su contrato y, por tanto, no le permite cumplir con ese secreto a voces que era que si salía de Atenas era para jugar en Málaga, algo que trastoca de manera importante la planificación de la temporada que viene.

Sin querer meterme en el plano filosófico de la justicia de la sanción al estadounidense, sí discutir que no es lo mismo consumir algo que no mejora el rendimiento deportivo o agredir a un contrario. Y ante la responsabilidad social de este club, algo tan arraigado desde su creación (camino de los 50 años en 2027), una vez se sepa la duración de la sanción que va a llegar, habrá que evaluar en qué momento se va a poder recuperar a una pieza tan importante para el engranaje, mucho más porque la definición del Unicaja del próximo curso está a día de hoy muy lejana.

Quizá lo más pragmático es recuperar al jugador, y, ya que el club sale muy perjudicado, negociar una ampliación de contrato del mismo, como medida de salvaguardar los intereses del club.

Y si hablo del club, todo lo que parecía bien encarrilado con la presencia de Balcerowski, ahora es de una incertidumbre altísima. Mucho más, estando en ese borde del barranco en cuanto a lo que significa tener sólo cinco cupos para las competiciones a disputar.

Ciertamente, me hubiera encantado haber dedicado esta columna a las retiradas de Suárez y Thomas, poder darles el espacio que merecen por lo que han podido significar para el Unicaja moderno, pero si no oigo llorar en público a Juanma Rodríguez, no creo que yo sea el más adecuado por alterar esta columna de opinión.

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