Reconozco que en otro momento de mi vida, hubiera dicho que todo está muy bien, que ha sido bonito mientras ha durado y que a ver hasta dónde se llega ahora que la Liga Regular se ha acabado. Pero hace relativamente poco tiempo he tenido que meter en el pensamiento general que el final de esto se puede poner todo lo lejos que uno se vaya a imaginar.
Naturalmente, estoy hablando del baloncesto y de nuestro Unicaja, porque eso de ser fieles a la historia, de estar pendientes de lo que se puede hacer, repetir o conseguir es más que tramposo. Si se simplifica se termina poniendo la consecución de unos objetivos enormes, como algo demasiado barato, y eso, no termina de cuadrar.
El domingo tuvimos otro alegrón más en nuestra vida reciente como aficionados o seguidores: por segunda vez en la vida, el Unicaja conseguía terminar la Liga Regular de la ACB en primera posición.
Tenemos que remontarnos a la época dorada, a ésa en la que casi nos sabíamos mejor el calendario Euroliga que el de la liga española, cuando los egos superlativos del grupo eran personalidades complementarias que hacían mejor el plantel de manera que se miraba de frente a cualquiera. Aquel curso, el 2005/06 se terminó ganando la única Liga ACB de la historia de un club que acostumbró a mucha gente a pensar que si se estaba ahí era porque se ocupaba una plaza natural. Y la cosa es muy diferente.
Ahora, con este galardón que equivale a lo mismo que le equivalía a Sergio Scariolo ser campeón en noviembre, o sea, a nada, lo único que te trae es el orgullo. Porque tenemos que ser sensatos, vale que no se traduce en ningún título, ni en nada para el palmarés, pero toda la vida mirando hacia arriba de la clasificación, pensando en los rivales del play off y teniendo envidia de tal o cual equipo porque tiene el factor cancha a favor (porque al líder se le mira con respeto por el trabajo hecho), resulta que ahora, por raro que nos parezca, ese sitio es del Unicaja.
¿Autodevaluamos nosotros mismos ese logro? ¿Nos hacemos una tesis cum laude sobre el síndrome del impostor aplicándola al club de Los Guindos?
Algo de números: el puesto en la clasificación que más jornadas ha ocupado el Unicaja este año es el segundo (en 21 ocasiones), seguido del liderato (5), estando 29 partidos entre los cabezas de serie de la competición, o sea, un 85,3% de las jornadas. Y para no empachar: el equipo de Ibon Navarro ha sido el mejor ataque y la mejor defensa de esta temporada. Si con todo esto no es para estar orgullosos, no sé yo.
La temporada pasada, al final de la Liga Regular ACB, la clasificación la encabezaron FC Barcelona, Cazoo Baskonia, Real Madrid y Lenovo Tenerife, ¿a quién se daba como favorito para ganar el título?
Pues eso ahora, con los datos actuales, da como mucho para que el orgullo procure que se pueda mirar de frente al BAXI Manresa. ¿Por qué? Porque podemos -y tenemos, de forma obligatoria- que disfrutar de todo lo que se está viviendo, pero hay que ser inteligentes y pensar que un día que no te cuadre todo (como pudo ser perfectamente el partido de Copa del Rey frente al Lenovo Tenerife), puede suponer un obstáculo insalvable. Y porque no sé ustedes, pero sigo teniendo muy presentes los objetivos por los que se peleaba hace muy poco tiempo.
Y ahora, ¿qué? Pues aparte de seguir confiando en todos los que han conseguido llevar el equipo hasta esta situación, esperar que se haga de la misma manera, después de haber conseguido una solidez visible en el juego, ser un rival muy complicado para cualquiera que se le ponga enfrente, y que tiene unas señas de identidad más que marcadas. La continuidad tanto en el esfuerzo, como en la seriedad, quizá sean la mejor receta para todo lo que vaya a quedar.
Por eso, esperemos que esta fórmula de tanto éxito en Málaga como es la ambición verbalizada desde el banquillo (como ocurrió en otras épocas con nombres muy sonoros para el aficionado cajista), y que ahora tiene un eco real también en los despachos, sea algo que sirva para alargar esta temporada hasta mediados de junio y que la disfrutemos hasta que deje de botar el último balón.