Rondando las 11 de la noche del viernes 12 de mayo de 2023, seguro que el estado de ánimo de los componentes de la plantilla cajista distaba mucho de ser el adecuado para seguir haciendo frente a las obligaciones que tenían en sus contratos. Tras caer ante el Telekom Bonn en la BCL, había que jugar el domingo ante el Lenovo Tenerife por un tercer y cuarto puesto que sonaba a «podemos seguir siendo amigos» dicho por Monica Bellucci dándote calabazas mientras miras con ella la Alhambra en una puesta de sol de mayo. Y para rematarlo, el domingo siguiente, otra vez los canarios, que son un puro dolor de muelas repitiendo visita en Málaga… ¡no veas qué ganas de entregar la bandera!
Dejando de lado a los aficionados, cualquiera que tuviera que pasar por ese trance, tenía derecho a sentir algo parecido, pero se sigue adelante, el grupo se rearma y termina la temporada 2022-23 de la manera que todos recordamos.
Quizá lo raro de la situación pasa por la continuidad casi absoluta del grupo tanto en plantilla como cuerpo técnico, algo muy poco visto, pero que procura un punto de partida más ventajoso a la hora de encarar el curso nuevo, con una situación que en Málaga ya se ha visto, pero que nos suena a prehistoria: ser candidatos a un título por segundo año consecutivo.
Tras el mal trago que supuso caer de manera prematura en la Copa del Rey de hace un par de meses en el Carpena, la cosa para los más optimistas sonaba igual que el año anterior: el equipo se había rehecho de sobra, va como un tiro en la Liga ACB, además, hay un montón de gente «de esos que saben» que dicen que la BCL es poco más o menos que un solteros contra casados con varios equipos.
Y así se termina llegando a Belgrado, con más eco en el pabellón que en el túnel de La Alcazaba, porque esa pantalla que han puesto en el suelo es preciosa, pero lo mismo la gente prefiere pagar una entrada razonable para ver baloncesto sin tener que hipotecarse.
Con mucho conocido entre los rivales, con lo que el tema no tiene tanta gracia, y con la mosca detrás de la oreja, porque lo fácil que es ganar algo en dos partidos lleva de la mano que cayendo una vez, no te dé tiempo a levantarte.
Por trabajo y por suerte, todo termina bien. Se consigue algo que hace dos temporadas era un llamamiento a que la familia te internara en un frenopático. El resultado de los partidos del Unicaja no se conoce con antelación, pero que no se le va a perder la cara nunca a la contienda, también. Oficialmente, este Unicaja sí es el nuestro, no el que algunos, incluso estando dentro, se empeñaron en quitarnos, aunque fuera despeñándolo por un barranco.
Pero ahora, cuando sin poder disfrutar mínimamente de nada hay que volver a pelear por el liderato ACB (en la temporada 2021-22, tras el bochorno de la foto en el Palau, el equipo perdió los seis últimos partidos de liga), no puedo dejar de echar de menos a los de siempre, a mi padre, a José María, a Alfonso, a Paco Moreno y Paco Rengel… y pensar que más de una discusión hubiera caído por el camino sobre si hay equipo para mucho más, o si el salto de competición europea hay que darlo de manera inmediata.
Y es que, aún teniendo claro que prefiero mil veces ver al Unicaja en la Euroliga jugando frente a Panathinaikos o Fenerbahce, mientras que a nivel despachos sólo haya una guerra de unos contra otros sin importar el juego o los aficionados (vamos lo que ha ocurrido con llevar la Final a Cuatro a Belgrado), hay que ser egoísta, ver qué proyecto y modelo de club es el que se puede llevar con toda la dignidad y la ambición del mundo y no olvidarnos, que este Unicaja, en su día, con mucho nacional de nombre y supuestamente mucho más implicados que nadie, estuvo más pendiente de pelear con Fuenlabrada y Real Betis en lugar de Real Madrid o Barça.
Por eso, disfrutemos de lo poco, pero intenso que nos queda de temporada, demostremos que estamos orgullosos de este equipo, y aprovechemos que salud y dinero aparte, somos unos privilegiados de disfrutar la cosa más importante de la vida: nuestra pasión.