No voy a decir que nos estemos acostumbrando demasiado bien, pero esto de haber sellado ya el liderato del grupo en la FIBA BCL con una jornada de antelación, ser perseguidor en solitario del Real Madrid al frente de la clasificación de la ACB y casi ser cabeza de serie cara a la Copa del Rey, es algo que se podía pensar en su momento, pero haberlo dado por sentado antes de empezar la temporada, hubiera sido pecar de muy optimista.
Y vale que el equipo de manera efectiva, a base de resultados, sigue dando motivos para creer, porque aún sin haber alcanzado el nivel de juego que se le espera, resuelve partidos con un sello propio, con algo que va más allá del presunto toque angelical de tal o cual jugador. Es el equipo el que adjudica la corona diaria para determinar qué miembro del plantel es el afortunado para ser el rey del partido.
Y quizá lo mejor es que todo esto suena a nada definitivo. Con el compromiso de la BCL aparcado hasta final de enero, todo queda focalizado en la Liga ACB, con cuatro partidos hasta el corte de clasificación para la Copa del Rey. La envidiable segunda posición procura pensar de forma más que certera en ser cabeza de serie para el sorteo copero. Dos partidos de diferencia con el quinto clasificado hace que no parezca imposible sacar las victorias necesarias entre los enfrentamientos ante Coviran Granada, UCAM Murcia, Barça y Zunder Palencia, los cuatro rivales que quedan por delante hasta la jornada 17.
Estar con los cabezas de serie de la Copa del Rey no supone una garantía de éxito en la competición, sólo hay que recordar lo ocurrido el pasado año en Badalona, pero el mensaje ha de ser otro: si se está arriba es porque se están haciendo las cosas bien. El corte de la primera vuelta premia la regularidad y con permiso del Real Madrid, que extiende su dominio al resto del continente, este Unicaja merece todo el crédito del mundo por lo que está haciendo.
La imperfección de los de Ibon Navarro les está llevando a poder ceder al menos un cuarto de cada partido, aún en las victorias. No se trata de que el equipo tenga menos capacidad de arranque, pero el rato de tanteo con el rival está siendo constante mientras le vienen durando las fuerzas al otro equipo, algo que en el global del encuentro termina siendo un valor determinante en favor de los malagueños.
Este Unicaja tenía este año entre sus presupuestos, intentar seguir estirando todo lo bueno que mostró la temporada pasada, haciendo del conocimiento de los miembros de la plantilla (sólo con el cambio de Kameron Taylor por Brizuela) el mejor activo, sin que se convierta en rutina y mate la felicidad del grupo. Pese a quedar casi dos tercios de temporada, en el equipo queda margen de mejora y en Málaga todo es optimismo.
Es más, pese al errático inicio de Liga ACB perdiendo tres de los cuatro partidos iniciales, todo se ha podido reconducir adecuadamente. Incluso con el paso del tiempo, perder contra Casademont Zaragoza (vencedor en su pabellón ante Joventut, Surne Bilbao, UCAM Murcia y Barça además de Unicaja), Valencia Básket y Dreamland Gran Canaria entra dentro de la lógica, o por lo menos, desmonta relatos apocalípticos y acalla presuntos y posibles clamores de petición de dimisiones (que tampoco hubo, por cierto) que pudieran haberse verbalizado en su día.
Recuerdo a Sergio Scariolo en su día comentando aquello de «nadie recuerda al campeón de noviembre». ¿Saben una cosa?… que Unicaja como mucho ha llegado a ser segundo, por lo que pese a todo lo bueno que estamos viviendo, no deja de ser un paso.
Lo mejor es que el desarrollo de la temporada no sólo alimenta la ilusión, sino que si alguien se atreve a compararla con los últimos años, es lícito y obligatorio imaginarse lo mejor.