Una pregunta antes de empezar, ¿cómo hacemos la digestión de esta racha?, o mejor, ¿estamos preparados nuevamente para ello?, digo preparados, porque la pasada temporada hubo otra similar en Liga ACB entre finales de marzo (partido en Sevilla) y principios de mayo (el del BAXI Manresa en Málaga), en ese tiempo, uniendo los partidos de la FIBA BCL, se alargó el tema hasta los once triunfos, cosa que se terminó con la derrota 102-90 en el WiZink Center ante el Real Madrid.
Hemos hablado del poco peso que luego termina teniendo todo esto en el desempeño del equipo, eso es cierto, pero la verdad es que reconforta vivir esto, tras demasiado tiempo en la mediocridad autoimpuesta.
La bondad de las victorias es una absoluta obviedad, y relacionar esta bonanza en resultados con las que se pudieron vivir hace tiempo no puede verse como algo correcto, entre aquella época y ésta, no se comparte estatus, jugadores, objetivos, ni siquiera competición, aunque siendo serios, a nuestro Unicaja, en las versiones que había Euroliga o Eurocup, transmitía la problemática de la manta pequeña, esa que tapando los pies deja la cabeza al aire y que parece insuficiente, o decepcionante cuándo se comprueba su funcionamiento.
A mi entender, lo mejor de todo esto, no está en las rachas de victorias, o en el buen momento de Dylan Osetkowski (que da para pensar y para escribir un ratito), o en el sello propio que Ibon Navarro ha colocado en el juego del equipo, tal vez, lo que más se puede valorar es la identificación que hay con la realidad del club, dando por establecido que tras un paulatino hundimiento donde quedó demostrado que dirigir un club de élite no es algo al alcance de cualquiera (por mucho que se presuma en voz alta de ello), y que tras un tiempo de confusión, parece que se ha encontrado el sitio natural del Unicaja versión contemporánea.
No veo aquí que se niegue nada a la ambición o se vea como un mensaje de conformismo, pero la configuración del baloncesto actual en Europa, se nos presenta de manera en la que creo y espero que el club esté posicionado de manera adecuada, para poder tener cierta capacidad de decisión sobre el futuro que vaya a tener, y no verse arrollado por las circunstancias, así como un instrumento a utilizar a capricho de ajenos al mismo.
Si bien desde la FIBA, el presidente Jorge Garbajosa hablaba de lentos avances con la Euroliga para adecuar las competiciones, cosa que pasa inevitablemente por la integración de la Eurocup y la FIBA BCL en una sola competición, cualquiera de las entidades y sus dirigentes, tienen que tener presente que este Unicaja está en disposición de llegar a cualquier sitio que la lógica le exija , y que, si bien, con respecto a esas dudas o certezas que colocan sí o sí equipos de Dubai, París o Londres en el ámbito de la primera competición, no sé cómo iría todo esto, si en un formato de competición como el actual (tremendamente atractivo con el grupo único, pero limitado en el número de equipos), tiene muchas preguntas a resolver.
No voy a poner la duda entre deporte o negocio, hace mucho quedó demostrado que el tema negoció ganó por goleada a lo poco de deporte que podía quedar, pero lo que va a tener que inventar la dirección de la Euroliga para dar cabida en un futuro muy próximo a los equipos antes citados y en su momento a los equipos rusos, que vendrán cuándo se normalice la situación política, va a estar curioso.
Y aquí no miro a proyectos como Unicaja, cosa que me fastidia sobremanera, pero a corto plazo no va a tocar, me pregunto cómo se puede explicar a clubs como Valencia Básket, ALBA Berlín, ASVEL, Mónaco o los serbios que todo muy bien, que pabellones hasta arriba y el grifo del dinero sin cerrar, pero que te quiero mucho, pero sólo como amigo, y que hay una fiesta privada en el beach club de moda y tú no estás en la lista.
Es que además, esa capacidad comunicativa anterior tan cínica e insultante como el Ryan Bingham de “Up in the air”, el papel que interpretaba George Clooney, no es algo que domine aún Dejan Bodiroga, así que no sé si el serbio podrá hacer creer que tal club no estaba fuera de la competición, sino que podían acceder de una forma diferente, como soltó sin que le diera la risa Jordi Bertomeu cuándo largó a Unicaja de la Euroliga, y aquí tampoco nadie se manifestó hasta que Joan Plaza hizo un trabajo por el que no se le pagaba.
Esta guerra, de momento no está para dirimirse por aquí, así que habrá que seguir con lo que andamos liados, de buena manera, pero pisando fuerte e intentando llegar todo lo arriba que sea posible, de manera que a algunos no haga gracia no ver a los de siempre, así que, duro con el próximo rival, aunque tenga poco nombre.