Ahora, con este verano y su mercado de fichajes en pleno movimiento, sobre todo en los equipos de Euroliga, la situación tan particular de nuestro Unicaja hace que se centre el interés en otras cosas. No es que nos importe poco si Tyson Carter o Will Thomas vayan o no a vestir de verde el año próximo, sino que este año ha tocado el modo tranquilidad y la atención va para otro sitio.
Esta semana pasada el seleccionador Sergio Scariolo dio la lista para el Mundial de este verano, convocatoria que como en todas las ocasiones es opinable, justificable y discutible, en todo o en parte, pero como siempre.
Algo común y repetido en las selecciones son las ausencias, cada plantel echará de menos a uno o varios jugadores que seguro que tendrían su sitio, cada uno tendrá alguna falta que se antojará complicada de rellenar en según qué partidos, y cada uno con un motivo perfectamente válido.
En lo que concierne a España, la ausencia señalada con respecto al grupo campeón de Europa este pasado verano va a ser la del base del Maccabi de Tel Aviv Lorenzo Brown, jugador, el cual, para tener el poco arraigo conocido, no deja indiferente ni cuándo aparece, ni cuándo falta.
Seamos serios, no vale escandalizarse ahora que el compatriota no viene a jugar con el grupo de Scariolo, después de casi haberlo sacado a hombros el pasado verano está fuera de crítica, pero que al tema del uso de los nacionalizados, sería necesario darle una vuelta por aquí, también.
Ya se ha escrito mucho sobre el tema, y aunque la presencia de jugadores nacionalizados viene de lejos, comparar la situación de Lorenzo Brown con la que en su día tuvieron Wayne Brabender, Clifford Luyk o Mike Smith dista un universo.
Lo cierto es que, a día de hoy, España tiene a su disposición tres jugadores que en mi opinión tienen sitio en el equipo nacional: Nikola Mirotic, Serge Ibaka y Lorenzo Brown, para los cuales se usó la maquinaria gubernamental para acelerar el proceso y usar la opción de nacionalización por carta de naturaleza. Ese procedimiento exprés, de premio grande a conceder en virtud de lo que se adivinan unos magníficos servicios a la patria, que van a venir en forma de cualquier torneo de selecciones. Casi da un poquito de rubor ver en estos tiempos que la inmigración es un tema tan sensible, cómo se encuadra a personas en tal o cual división en virtud de la capacidad de anotar puntos.
Tampoco se trata de forzar a nadie a hacer lo que no puede o quiere hacer, pero me llama la atención que si bien la FEB realiza perfectamente bien la captación del cliente, eso del seguimiento y la fidelización posterior le queda un poco coja, porque no sólo los casos de Mirotic, Ibaka y Brown son opinables, la práctica no queda limitada a la selección absoluta. De hecho, el jugador montenegrino ya fue captado para las selecciones inferiores y lo que no sé es si como se rumorea, puede que termine jugando con la selección de su país de origen.
Un poco en la línea del caso de Mirotic, cuándo nuestro Unicaja tenía el radar de su cantera realmente ampliado, abarcando casi la totalidad del globo terráqueo, fue beneficiario del mismo modus operandi en los casos de Augusto Lima, Rafa Luz y Malick Fall, aunque su utilidad se quedó limitada a colaborar en algunos campeonatos de selecciones autonómicas, poquita cosa para el esfuerzo hecho y el rendimiento obtenido a posteriori.
Ya en su momento se habló del tema y puse que prefería la honra sin barcos. Todos sin discusión queremos que nuestro equipo sea el mejor y venza siempre. De hecho, tener a Ricky Rubio junto a Lorenzo Brown venía perfectamente bien, pero ya nos hemos pasado el tema del precio a pagar. No nos ha importado ponernos al nivel de selecciones a las cuales se les miraba con superioridad moral por hacer lo mismo con gente como Shammond Williams, Jaycee Carroll o Thad McFadden. Ya damos por bueno que, tras hacer pasar su minuto de gloria al ministro José Blanco “nacionalizando a Ikea”, va a haber que ir buscando otro para los Juegos Olímpicos de París, porque tenemos tres tipos que pueden mejorar lo que hay, pero que lo mismo no están disponibles.
Quizá todo esto viene porque el tema del «equipo nacional» es un negocio para algunos y una simple cuestión sentimental para otros muchos. Y claro, como todo esto depende de los gestores, al llegar el momento que se acometen o priorizan otras líneas de negocio, vemos como quizá el público no terminamos de entender la política de la empresa.