No sé si se suele reparar en que se supone que acabamos de dejar atrás la «cuesta de enero», aunque llevamos tanto tiempo inmersos en esa crisis cronificada que ni es novedad, ni vamos a echarla de menos. Lo cierto es que para nuestro Unicaja, inmerso en dinámica de dos partidos semanales prácticamente desde diciembre, hay buenas sensaciones, pero con incidencias: lesiones, derrotas con desconexiones finales y un irascible sentimiento que se adivina cada vez que se anuncia un trío arbitral. Y esto último, no es nada bueno.
El primero que se faltó al respeto fue el mismo club, a la hora de gestionar multitud de conceptos. Se está trabajando mucho y bien en recuperar muchas cosas, pero no todo llega rápidamente, y no me gusta pensar que se haga recurrente pensar en los árbitros como motivo para justificar a las derrotas, ahí le doy toda la razón al entrenador.
Y es que Ibon Navarro hace muchas cosas bien, y entre ellas, está focalizar las derrotas en otras cosas, aunque es desquiciante afrontar partidos en el que el contrario triplique el número de tiros libres, que haya actitudes de «cuñao de barra de bar» entre los árbitros y, sobre todo, no reconducir el trabajo del equipo cuándo viene algo así, porque también veo cierto modo victimista como preparación para la Copa del Rey.
Lo dicho, no me gusta, y lo cierto es que antes del torneo de Badalona llegará la visita del Cazoo Baskonia el domingo próximo. El partido que no se jugará, por ahora, es el Unicaja-Galatasaray previsto para este miércoles. Una pena porque por muchos motivos parecía una buena oportunidad de pegar un soberano puñetazo en el tablero de la FIBA BCL si era capaz de ganar al Galatasaray, el otro equipo del grupo que pasó como líder ante Hapoel Holon, Legia Varsovia y Ostende en la primera fase.
El terremoto que ha asolado el país aconseja aplazar el choque que llegará dentro de algunas semanas contra el equipo de la parte europea de Estambul, que es uno de los ilustres del deporte del país transcontinental. Y es que en 1481, el Sultán Bayezid II fundó la Escuela Imperial del Palacio de Galata, para formar a los más altos cargos del Imperio Otomano, de allí salieron sultanes, visires o generales, transformándose posteriormente en el Liceo Galatasaray.
Entre los alumnos, estuvo Ali Sami Yen, el fundador del club en 1905 junto con otros cinco compañeros, fue jugador del equipo de fútbol (una de las quince disciplinas que tiene), presidente y dio nombre al estadio conocido como el «Infierno Turco», sede del equipo entre 1964 y 2011, fue máximo rector del Comité Olímpico Turco y también eligió los colores del club, primero rojo y blanco, cambiados por presiones políticas por el negro y amarillo, y llegar definitivamente al rojo y amarillo. Dicen que eligió porque la tela al moverse parecía el aletear de un gorrión o el movimiento de las llamas, otra teoría es que el poeta Gul Baba regaló unas flores de esos colores al Sultán Bayezit II, teoría de Bekir Sitki, también fundador del club.
El baloncesto llegó a Turquía en 1904, en el Robert College, y fue siete años más tarde que Ahmed Robenson, profesor de Educación Física en el Galatasaray Lisesi presentó un nuevo juego a los jóvenes, Robenson llegó a ser presidente del club.
Si el club de fútbol es el único equipo turco que ha ganado competición europea, la sección de baloncesto tiene 16 ligas turcas, entre su versión anterior y la actualizada, 3 Copas, 2 Copas del Presidente y 15 ligas de Estambul, además, conquistó la Eurocup en 2016, ganando al SIG Estrasburgo.
El Unicaja se ha enfrentado seis veces en las tres competiciones europeas, y siempre se repite la misma pauta: victoria en Málaga y derrota en Estambul, habiendo jugado en tres pabellones, Ayhan Sahenk, Abdi Ipekci y el Sinan Erden, que es el feudo actual de un equipo que ha compartido siete jugadores con el club de Los Guindos: Richard Petruska, Milan Gurovic, Boniface Ndong, Caleb Green, Richard Hendrix, Deon Thompson, David Kravish y Nihad Djedovic.
Los turcos están inmersos en una crisis de resultados, con siete derrotas de los últimos ocho partidos, estando en undécima posición, el equipo entrenado por Andreas Pistiolis, compañero de banquillo de Dimitris Itoudis en Panathinaikos, Banvit y CSKA hasta marzo del año pasado. Ha tenido hasta 6 salidas de jugadores con respecto al plantel de inicio de curso, y la llegada de Daron Russell o Dusan Ristic (ex Fuenlabrada), apuntalan un núcleo principal junto con Angelo Caoliaro (ex Obradoiro y Maccabi), Dylan Ennis (ex Gran Canaria), Tyrus McGee (ex Burgos), Jeyhve Floyd (ex Panathinaikos y Fenerbahce) y los nacionales Goksenin Koksal y Sadik Kabaca.
Habrá que esperar algunas semanas para que el Galatasaray aterrice en Málaga para disputar este partido. Mientas tanto, mandar un mensaje de ánimo y de apoyo a todos los afectados por este terrible terremoto.