Vaya por delante que nunca me he considerado fan de Rocío Jurado, mi padre sí que lo era, a mí me va más el rock clásico, o el metal, pero a mi padre le encantaba ese bellezón de época que fue la de Chipiona y su voz superlativa.
Digo que suena “La Más Grande” porque la situación de este Unicaja nuestro me ha hecho recordar a otro mito ya desaparecido, el gran Andrés Montes, cuándo canturreaba el estribillo del “Tengo miedo” en sus retransmisiones ante la amenaza de la remontada de algún equipo.
Lamentablemente, nuestro Unicaja no amenaza con remontar nada, sólo se empeña en repetir lo malo ya vivido, aunque se haya pretendido cambiar de era con las llegadas de Ibón Navarro, Dejan Kravic, Matt Mooney y Cameron Oliver, y las salidas de Fotis Katsikaris, Norris Cole y Micheal Eric, este equipo en su nueva versión ha competido frente a un grande (Real Madrid), ha tenido una derrota in extremis (UCAM Murcia), ha vencido de forma solvente fuera de Málaga tanto en ACB como en FIBA BCL (Urbas Fuenlabrada y U-BT Cluj-Napoca) y ha dado todas las muestras de incapacidad posibles ante un rival de la zona de playoff (Gran Canaria). En la era que se creía superada, lo mismo, y casi en el mismo orden (FC Barcelona, Gran Canaria, UCAM Murcia y Nizhny Novgorod y BAXI Manresa).
Se ha cambiado sustancialmente todo en la plantilla, y lo cierto es que este plantel y el anterior merecen tanta confianza como un chimpancé con un revólver. Está claro que la FIBA BCL es inferior a la Eurocup por mucho que nos quieran vender otra cosa desde la planta noble de la Avenida Gregorio Diego, pero creo que peor es pensar que vencer a rivales como Ostende o Lavrio generan ilusión en el entorno, en lugar del alivio que supone no tener rivales como Partizán o Virtus.
Pese a que, en Europa, entre la retirada del Prometey y el nivel de los rivales, se puede encauzar perfectamente el camino y conseguir algo que si nos lo venden como un éxito, sería otro error más, la realidad nos obliga a tener otra mirada.
Y la realidad es que hablar de descenso no es ninguna idea descabellada, es tan real como que mañana el equipo tiene un compromiso en Flandes que es crucial para la siguiente fase de la FIBA BCL, pero que se queda en nada al ver la realidad y tener que priorizar la anteriormente presupuesta competitividad en ACB, sí, es triste, pero es mucho más real.
Porque, aunque pueda parecer una broma de mal gusto, el Unicaja tiene a tres victorias al equipo que está inmediatamente por encima de él, el Río Breogán, mientras que tiene con las mismas victorias, o a una o dos menos a todos los que hay entre el último puesto de la clasificación y la poco honrosa duodécima posición ocupada actualmente.
Sí, es para tener miedo, sobre todo porque el grupo de jugadores que tiene ahora Ibón Navarro a sus órdenes está preparado para cualquier cosa menos para enfrentarse a ese desafío, ya hemos comprobado de manera real, sea a las órdenes del alavés o bajo la dirección de Fotis Katsikaris, que una gran mayoría de jugadores del equipo se ponen de perfil, evitando cualquier forma de compromiso en el momento que la cosa se pone complicada.
No pierdo de vista tampoco que una pieza tan importante como Jaime Fernández lleva fuera siete partidos y que Axel Bouteille fue baja en Las Palmas a última hora, pero si hablamos de lesiones, habrá que hacerlo también en los rivales, o lo mismo metemos dentro del cóctel a los árbitros, y entonces, sí que nos aburriremos mortalmente, perdiendo de vista la causa principal: no puedes reclamar respeto ajeno, cuándo hace tanto tiempo que en esta propia casa, se perdió el respeto a lo que se hacía aquí.
Mientras tanto, quizá lo único que se puede hacer es apretar los dientes e ir de manera directa a salvar inmediatamente la vida deportiva de este club, con demasiados reclamos que distraen de la situación real al margen de la cancha, no sólo para la plantilla, sino también para lo que conlleva alrededor, aunque lo inmediato y lo urgente es pensar en arreglar lo antes posible el proyecto en ACB, y sí, personalmente, tengo miedo, por lo que pueda ocurrir dentro y fuera de la cancha.