Materializar la esperanza.

1 Mar

El parón de la competición que se ha producido por la Copa del Rey y por las ventanas de selecciones, ha provocado que el Unicaja haya dado otro retoque a la plantilla con el fichaje de Cameron Oliver.

Si el fichaje del estadounidense es el que definitivamente cierra el plantel del equipo de Los Guindos, sería una inmejorable noticia, sobre todo, porque pese a que la decepcionante temporada que llevamos tiene ribetes de fracaso, con dos competiciones aún en liza, no es momento de tirar la toalla.

Lo primero que se nos puede venir a la cabeza con el fichaje de Oliver es la nueva configuración de la plantilla, el juego interior que prácticamente viene siendo un solar desde hace demasiado tiempo, al menos tiene piezas de sobra, aunque ahora esté pendiente de ver el rendimiento que le puede sacar el nuevo entrenador, Ibón Navarro.

Rubén Guerrero, Dejan Kravic, Yannick Nzosa, Cameron Oliver, Carlos Suárez, Tim Abromaitis y la posibilidad de contar con Jonathan Barreiro cuando no esté en la posición de alero alto, van a ser los componentes con los que va a poder contar el entrenador alavés, unidos a los exteriores, si no median lesiones (cosa que ojalá estén lejos mucho tiempo), va a ser obligatorio el descarte de alguno de ellos.

Por la trayectoria desarrollada durante la temporada y los últimos tiempos vividos, quizá sea Carlos Suárez el nombre que antes nos venga a la cabeza. Es cierto que el capitán tiene muchos condicionantes para que tenga un lugar en la memoria colectiva de todo el entorno cajista, no en vano es el tercer jugador con más partidos en el club (429), sólo tras dos mitos como Bernardo Rodríguez y Carlos Cabezas, y tras nueve temporadas en Málaga, ha dejado constancia en varias ocasiones de su compromiso, pero la competición es tan exigente bordeando la crueldad, que, aunque aún puede aportar al equipo, y a buen seguro que lo hará conforme tenga oportunidad, pero el paso del tiempo, lo habitual de sus lesiones musculares y las consecuencias del cambio de posición, nos haría preguntarnos por qué juega tal uno o no lo hace tal otro, da igual si entrena Navarro o Katsikaris.

Está claro que, aún con la premura de tiempo que conlleva tener que enderezar lo errático de la trayectoria última del equipo, el encaje de los nuevos en la plantilla del Unicaja es la principal tarea, tanto Kravic como Mooney ya han demostrado que son más que útiles para el grupo, y que hubiera estado bien haber contado con ellos anteriormente, la adición de Oliver es algo que provoca aún más esperanzas que las dos llegadas anteriores, sobre todo, porque conlleva un cambio de discurso tan real como necesario, porque se estima que el de Oakland le va a dar al equipo algo que necesitaba desde hace mucho tiempo.

Físico, contundencia, hasta “atleticismo” como le gustaba poner a bailar a Sergio Scariolo es lo que se espera del nuevo jugador, aunque no es muy alto, tiene físico de sobra para combatir dentro de la pintura, no tiene mal tiro exterior en parado y aporta cosas que se echaban de menos, tampoco es perfecto, el juego de poste bajo no es su fuerte, poner el balón en el suelo, como que pocas veces, suele caer con facilidad en las fintas de los contrarios y hay veces que por intentar llegar a casi todos los sitios, comete faltas fácilmente, pero que era una pieza necesaria está fuera de toda duda.

Lo que tenemos pendiente es saber si la reacción puede llegar a tiempo, de las dos competiciones, la hipotética clasificación para el playoff de la FIBA BCL queda pendiente de ver cómo se va a reaccionar ante la situación que se vive en Ucrania con el añadido de la presencia del Prometey en el grupo cajista.

Para la ACB, la manifestación más patente de la caída del estatus del Unicaja en la liga viene en el momento en que la clase media de la liga está más potente que nunca, lejos quedó el momento de compararse y mirar a los equipos de Euroliga y aquellos aspirantes que pretenden asaltar esas posiciones, ahora, tras vislumbrarse sensaciones positivas tras el cambio de entrenador, todo pasa por ir sumando victorias al casillero y posteriormente ir pensando en la posibilidad de poder realizar un fin de temporada decente.

No sé si es difícil, pero entre tanta noticia negativa que nos rodea, la necesidad de tener algo bueno es primordial, y para ello, el baloncesto siempre ha estado ahí para echarnos una mano.

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