Más que la noticia del cese de Fotis Katsikaris al frente del banquillo del Unicaja, habría que preguntarse si se ha tardado mucho en dar el paso, porque la realidad nos dice que no hubiera sido extraño que el griego hubiera dejado el club malagueño antes y que sólo tener un contrato garantizado por esta temporada y la próxima le han servido de valedores ante sus malos resultados.
Reconozco que con la llegada de Antonio Jesús López Nieto a la presidencia, y su halo de buen gestor que tanto se nos ha publicitado, la principal duda que tenía era qué forma tendría de gestionar las crisis que se le presentaran. Aunque lo cierto era que esperaba que fuera bastante más tarde.
Se da por bueno que en el seno del club se esperaba que la temporada 21/22 fuera de asentamiento de la nueva directiva y de transición, aunque esta palabra no guste, todo ello por esa parálisis que aqueja a la hora de tomar decisiones. Que no se nos olvide, cuando a finales de 2020 está decidida la salida del anterior presidente, no se toma la decisión hasta el Lunes Santo de 2021. Cambiándose también al director deportivo, cosa que de forma efectiva no se realiza hasta el verano, tiempo que se pierde mientras que López Nieto y Juanma Rodríguez, los nuevos hombres fuertes del Unicaja resolvían sus compromisos previos.
Por el camino ocurren la renovación del entrenador y el fichaje de Barreiro, y ciertamente, pocas voces en contra. Ahí creo estar el principal error, especialmente del de Korydallos, el cual, conocedor de la plantilla que ya había tenido bajo su mando, se conforma o no se rebela con un grupo que, tras no tener demasiadas expectativas, termina adquiriendo demasiado rápido tintes dramáticos.
Jugadores repetidos en varias posiciones, debilidad manifiesta en un lugar tan importante como el juego interior y actores con nombres más que interesantes, que se han quedado a años luz de lo que se esperaba de ellos, contaminados de uno de los males endémicos de este club, convertir un contrato en un seguro de vida al margen del rendimiento, que ha facultado a varios beneficiarios de disfrutar de unas vacaciones pagadas en Málaga.
No creo que Katsikaris no detectara las carencias que ya se conocían en el plantel, pero no trabajar para provocar la salida de jugadores que sólo permanecen por compromiso firmado y darle la confianza en exceso a otros para integrarlos y que tomaran galones en el grupo, son, quizá los principales pecados que ha cometido.
Sinceramente, cambiar de entrenador durante la temporada es de lo que más me entristece, porque habla de fracaso sin paliativos del proyecto. Además, estoy seguro que el griego es mucho mejor entrenador de lo que ha demostrado en Málaga y que no deja de ser una víctima de dos factores: una plantilla que en su mayoría no se merece vestir esa camiseta y un club con una serie de males que requieren mucho trabajo, con mayor intensidad, mayor firmeza y también, más suerte por parte de quien lo gobierna. Si esto se erradica, sí que terminaré por reconocer a López Nieto como un gran gestor y un gran presidente, cosa que salvo en las figuras de Paco Moreno (dep) y Ángel Fernández Noriega no tengo a sus antecesores.
Ya se resolverá el tema contractual con el entrenador saliente, pero de momento hay que trabajar para ver su sustituto, si es para lo que queda de curso y en qué se ha de basar el proyecto que continúe, algo para que lo más normal es que haya una revolución de calado entre los jugadores. Para ello, no sólo creo que haya que ver las salidas entre los que finalizan contrato, sino entre algunos que aún pueden permanecer en Málaga. Una gestión brillante puede ser similar a la que tuvo que hacer el recordado Alfonso Queipo de Llano que contaba como en su día tuvo prácticamente que «rifar» a Mike Smith entre los grandes de la ACB para que el club se pudiera desprender de un contrato faraónico inasumible.
Esa gestión era la que demandaban las circunstancias, a pesar de que todos queremos los mejores en nuestro equipo. Ojalá el tino en los despachos venga acompañado del acierto en el banquillo y la cancha, que la temporada actual se pueda salvar de la mejor forma posible, -ojo, que aparte de ver muy cerca las posiciones bajas, quedar por debajo del noveno puesto deja al equipo sin Europa- y que sea un proyecto sólido y asentado lo que tenga el Unicaja a partir de ya.