El pasado domingo vivimos en Málaga uno de los actos de ¿justicia? que tenía que hacerse con alguien que siempre que vistió la camiseta verde lo dio todo por ella. Pongo justicia entre interrogaciones porque quizá lo mejor hubiera sido que Carlos Cabezas nunca hubiera vestido otra camiseta que la del abanico. Justo es también que su número 10 esté arriba del pabellón junto al de otro ilustre, Bernardo Rodríguez. Tengo mi idea de cuál es el próximo dorsal a retirar, pero de eso ya hablaremos.
Al final de la semana pasada, también saltó la noticia en la que se revelaba uno de los puntos del último consejo de administración del Club Baloncesto Málaga, en el que se fijaba el salario a percibir por el nuevo presidente, y como viene sucediendo desde que se empezó a ver como posible la llegada de Antonio Jesús López Nieto a la planta noble de la avenida Gregorio Diego, cualquier noticia relacionada tiene polémica.
Pese al componente numérico tan profundo que tiene nuestro deporte, el tema salarios es algo bastante complicado de tocar, sobre todo en España. En EEUU y la NBA es otra cosa, ahora, en la era internet, hablar de salarios en la mejor liga del mundo es sencillísimo, varias páginas web al alcance de cualquiera que tenga un teclado te ponen al día de lo que cobran las plantillas, desde la estrella más rutilante, hasta el jugador que malvive con contratos en la G League esquivando dejar América camino de otro país. Cualquier sueldo aparece ahí, nos enteramos cuánto vale el traspaso de cualquiera, aunque sea el utillero de la franquicia más insospechada. Pero en España es más fácil saber cuánto cobra un político que alguien relacionado con el básket.
Con el nuevo presidente del Unicaja me ocurre como con el Papa Francisco, no me paro a pensar en qué puedo coincidir o no con él, pero reconozco que muchas de sus actuaciones, especialmente las que se dirigen hacia el exterior, hacen que mejore la imagen de la institución que dirigen, cosa que hasta su llegada, no era habitual. Sobre si son decisiones de maquillaje, más que de calado, es otra conversación que no me ocupa ahora. Tal vez, puestos a empezar, preferible hacerlo por lo superficial.
¿Es muy elevado el sueldo de Antonio Jesús López Nieto? ¿Cómo era el sueldo de sus antecesores?. O mejor aún ¿por qué no nos preocupaba lo que cobraran los anteriores presidentes?
Si lo que nos preocupa es en realidad la fuente, el origen del sueldo del presidente, viene a ser igual si nos preocupamos por cuánto cobra el que manda en una empresa de reparto en comparación con los empleados por lo que nos cobran en los envíos, un alto directivo de un hospital comparándolo con un médico o un enfermero, o la diferencia de sueldo entre el consejero delegado de un banco y el empleado que se encarga de defender las medidas que se toman. Creo más en ver hasta dónde llega la responsabilidad de cada uno y dónde está el límite de la exigencia.
Creo que ahí está el tema, si en su día pensaba que había que exigir a los antecesores de López Nieto en el cargo, a éste, también. Hemos tenido que comulgar con que la dirección del club estuviera en manos de gente sin experiencia ni relación alguna con nuestro deporte, ahora, a los motivos que nos facultaban a hacerlo, hay que añadirle la profesionalidad de su cargo, por lo tanto, si todos exigimos, tendríamos que hacerlo sobre todo lo que atañe al club, como responsable tanto de lo ejecutivo, como de lo deportivo. No tengo yo que decir qué hay que exigirle al presidente, él mismo ya ha comentado su responsabilidad para con el club, y, aunque tengamos claro que él no va a meter una canasta, sí que va a intervenir en elegir a aquellos que buscan y consiguen a los que tienen que hacerlo.
Lo que sí tengo es la esperanza de que el salario del presidente no sea noticia, es un caso similar a los árbitros, que uno no recuerda quiénes son si el partido va bien. Pues eso, que pensemos en el rival próximo o si la Copa se ve más o menos cercana, porque no olvidemos que hablamos de lo que elige pagar una empresa privada a un empleado. Si nos escandalizamos en este caso, deberíamos haber indagado si el salario de Sergio Scariolo, Jorge Garbajosa o Carlos Cabezas nos podía parecer un excesivo, por mucho cariño que les hayamos tenido. Este último ha tenido un homenaje más que merecido, ojalá nunca se hubiera ido, pero al fin ha vuelto con los suyos.