Para el mármol. M07SEP2021

12 Sep

Este verano para los cajistas, una de las principales noticias que se ha dado ha sido la retirada de Carlos Cabezas, ha habido otras importantes para el baloncesto español, y está claro que con el cambio de ciclo en la Selección Nacional la revolución es imparable e inmediato, pero que Carlos deje las canchas es algo que merece un rato de pensamiento.

Se me va a hacer difícil pensar en un Carlos Cabezas lejos del juego, en la memoria se van a quedar tantas imágenes y tantos detalles que no sé si podré quedarme con alguno. Todos tenemos como si fuera hoy esas entradas a canasta, percutiendo con el contrario, aguantando el golpe como un fajador de los de antes, sacando la mano para evitar el tapón muy buenas por lado derecho, mejores aún por el izquierdo… o el tiro tras bote… o en parado… muchas cosas, pero si hubo algo que caracterizó al malagueño criado en Marbella fue la capacidad para asumir responsabilidades. Si había alguien capacitado para jugase un tiro decisivo, ese fue siempre el bueno de Carlos, dándole igual que estuvieran cerca Juan Carlos Navarro o Raúl López, como en la final del Mundial Júnior de Lisboa, donde hubo gloria para muchos de ellos, pero el que ejecutó a los americanos colocando con ese triple final tres clavos sobre su ataúd fue Carlos.

Luego llegaron muchos, pero recuerdo mi primera retransmisión en la Cadena Cope, el lejano 18 de abril de 2001, cuando Unicaja ganó su primer título, el de la Copa Korac en Vrsac, vale que el partido de ida había sentenciado la eliminatoria frente al Hemofarm, pero en el partido de vuelta, aunque nunca se temió por la diferencia de 30 puntos de la ida, tenía mucho de reclamación de orgullo por parte de los serbios, queriendo al menos ganar delante de su público, con todo empatado, recuerdo que se me ocurrió soltar en antena: “tranquilos, que sale Carlos Cabezas y lo arregla”, lo dije delante de ilustres veteranos que tenían mil batallas disputadas como Alfonso Queipo de Llano o Antonio Guadamuro, pero ahí apareció Carlos, con veinte años y consiguió el 69-71 definitivo.

Dudo mucho que en su estancia en el Unicaja hubiera algún partido que tuviese la sensación que no lo había dado todo, tuvo una salida muy poco digna del club, tampoco se me ha olvidado la rueda de prensa de su salida, en la que su agente de entonces, Gorka Arrinda aprovechó para ser la estrella y arrinconar al único protagonista de aquel día, triste pero real, para mí, nunca debió salir de Málaga, y creo que ese error le ha pesado a todo el mundo, entre otras cosas, porque para encontrar una pareja que se acercara a aquella formada por Pepe Sánchez y él, como mucho quisiera recordar aquella de Stefan Markovic y Jayson Granger, y quizá lo pongo para que no me tachen de viejuno, aunque yo haya visto jugar al padre de Carlos.

Para su retirada, aparte de poder hacerlo en su casa, en el Martín Carpena, lo va a poder hacer en la cancha, disputando minutos con el Unicaja contra el Real Madrid en el Torneo Costa del Sol, y para guinda del pastel, Francis Alonso, va a ceder su camiseta con el número 10 para que Carlos la vista antes de retirarse con su equipo, por cierto, también vi jugar al padre de Francis, junto con el padre de Carlos, uno de los backcourt cajistas con mejor tiro exterior que recuerdo.

Me da igual que alguien pueda decir que llega tarde, lo importante es que llega, y desde fuera se intuye que se hace con toda la intención del mundo de dar el homenaje merecido a alguien que, tras completar un palmarés casi inmejorable, va a estar para siempre en la historia cajista. La retirada de su camiseta no sólo es justa, sino que es una de las acciones que contribuyen a recuperar el tiempo perdido entre el club y su masa social, porque Carlos nunca dejó de ser uno de los nuestros, y ya era hora recibir una noticia que no levante ampollas.

Podría decirse que nos han cambiado a nuestro Unicaja en nada de tiempo, pero de momento, se están dando más pasos para la reconciliación -si se pudiera llamar así- que en los años que recuerdo (y son bastantes), y lo peor de todo es que estos gestos, como decía mi padre, “son tan baratos, que te resultan gratis, y los regalos reconfortan a quien los hace y a quien los recibe”, y es que es así, ante estos gestos, aparcamos un rato la Euroliga, el presupuesto, el no fichaje de un cuatro, lo mismo me equivoco, pero recuperar el orgullo que siempre ha supuesto ser del Unicaja parece que se mueve en la dirección adecuada.

Y lo dejo con lo que Carlos le ha dicho a la plantilla para definir algo que aún estando dentro del Unicaja muchos del club no han conocido: “Esa camiseta que lleváis puesta pesa mucho, tenéis que sudar lo máximo y dar todo, porque es un sentimiento brutal lo que tenéis aquí”. Hay cosas como el “You never walk alone”, o el “Mes que un club” que propagandísticamente hablando resultan muy cuquis, pero, Carlitos, lo has clavado y merece que se esculpiera en mármol, nadie en la historia de este club, ni jugador, ni directivo, ni presidente ha sido capaz de expresarlo mejor. Por todo lo hecho y por esto último, te mereces el homenaje y la retirada de tu camiseta, muchas gracias y toda la suerte del mundo.

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