Aunque los cambios no llegan todos a la vez, está claro que, de un tiempo a esta parte, todos los hemos sufrido de alguna manera, nadie ha sido ajeno a ellos. Ya sean buscados o involuntarios, no hay quién no esté asumiendo algo nuevo o viviendo la autoimpuesta «nueva normalidad».
Y es que hay cambios no buscados, como el que estamos sufriendo con esta pandemia que en nuestras pesadillas ha llegado para no marcharse, dejando claro desde el principio que ni somos tan fuertes ni estamos tan capacitados para llegar a todo. Tal vez ése sea el mensaje. Sobre todo, porque a estos cambios involuntarios, hay que sumar los que se buscan motu proprio, cosas del estilo de un cambio de coche, de casa, muchas cosas que, siempre con el ánimo de una mejora, conlleva toda clase de incomodidades, así como enredarse en un camino lleno de curvas que hace replantearse si el premio que se va a obtener merece la pena, o si el peaje a pagar es demasiado alto.
Nuestro Unicaja, ha sufrido los cambios no buscados, ha visto como el Covid se llevaba por delante la gran mayoría de las intenciones y éstas pasaban a ser lo que pudo ser y no fue, para terminar dando una serie de pasos hacia un horizonte y objetivo todavía desconocido y que presuntamente va a dar lugar un modelo de club distinto. Coloco intencionadamente en condicional todo lo que se quiere conseguir porque de momento no puedo decir si quiera que las intenciones sean buenas o malas, simplemente no las veo.
Desde final de Liga, poco más allá del fichaje de Jonathan Barreiro se puede decir del club malagueño. Con todos mis respetos, la figura del presidente, incluso para las buenas épocas que ha tenido el Club Baloncesto Málaga ha sido una figura secundaria. Es más, si ha habido bonanza en la gestión ha sido porque el entrenador ha sido la figura intervencionista, no el presidente -salvo en la honrosa y solitaria excepción de Ángel Fernández Noriega-, de ahí que ahora mismo que el máximo mandatario sea alguien de paso a la espera de que llegue el definitivo no lo veo decisorio.
Me llama la atención que haya sorpresa por las mayores dificultades que se encuentra en el mercado ante el nuevo estatus del club, que con el voluntario descenso deportivo a la FIBA BCL los jugadores prefieren ofertas de equipos de otras competiciones como la Euroliga o la que decían que iba a desaparecer: la Eurocup. ¿En serio alguien se sorprende? Creo que sólo los que ni siquiera se acercan a la realidad o los que comulgan 25 horas diarias con la versión oficial del club podían pensar que, ante dos ofertas, la de superior categoría ganará, salvo que la del equipo peor sea mejor en euros.
Mientras nos han vendido a través del entorno afín a la nota oficial del club que la Eurocup no sólo iba camino de una desaparición inminente, sino que participar en ella era peor y con un premio (participar en la Euroliga) a la larga más perjudicial que beneficioso, vemos que la segunda competición va a disputarse con un elenco de equipos mucho mejor, con la llegada de figuras como Sergio Scariolo y Zeljko Obradovic que no encuentran reflejo ni de lejos en otros y como consecuencia, por lo poco que pueda saber del entrenador italiano y del serbio, sus equipos tienen que ser por fuerza compensados y competitivos, pero de verdad, no como se nos ha intentado vender otras veces en Málaga.
Que junto a Virtus y Partizán participen equipos como Valencia o Lokomotiv, con la ambición por bandera deja claro que bajarse en marcha de ese tren obedece a razones que no tienen que ver con la poca calidad de la competición. Ese razonamiento es traicionar uno de los pilares del deporte, por lo menos a ese nivel, si vendemos la exigencia máxima, habrá que pedirla a todos los estamentos. Además, se transmite la idea que la FIBA BCL va a ser un paseo militar para los de Katsikaris y la única duda es si el millón de premio van a ingresarlo en Los Guindos por transferencia o cheque.
Todo ello con una inexistencia absoluta en la comunicación por parte de la oficialidad del club, me cuesta pensar que no se ha reparado en que se está transmitiendo a los aficionados un silencio tan absoluto como dañino. Estas cosas, lo mismo explicadas, hasta tienen una razón más o menos sólida, pero de momento en esta ignorancia que domino, no termino de encontrarla.