¿Cómo se toma uno repetir situaciones una y otra vez?, ¿cómo vive uno un final de temporada tras otro? Con más paciencia que otra cosa, al menos eso creo ahora mismo. Si como pudiera ser lógico, tras una auténtica catástrofe de temporada, cualquiera en su sano juicio esperaba que la reacción fuera fulgurante, demostrando que se quiere arreglar todo por la vía rápida para no volver la vista atrás y aprender de los errores, comete el error habitual de tirar de lógica y no recordar cómo se hacen las cosas en este Club Baloncesto Málaga de nuestros desvelos.
De la presunta renovación que ha de realizarse en el club a todos los niveles, de entrada, sólo se ve en el Consejo de Administración, ya van por tres las bajas a reemplazar, aunque lo mismo el número de personas que han de dirigir desde los despachos al Unicaja 2021/2022 se reduce, algo que tampoco creo que sea crucial para el desarrollo del club.
Lo que realmente nos importa está en la cancha y el entorno y ahí, poco movimiento, sólo la confirmación de que Fotis Katsikaris repetirá dos temporadas más como inquilino del banquillo cajista, según el propio club confirmó la pasada semana.
Tras haber declarado que veo al entrenador griego como el adecuado para seguir al frente del Unicaja, no voy a renegar de esa idea, lo que ocurre es que veo los tiempos poco adecuados.
Sobre la plantilla que se puede manejar el próximo curso se puede decir de todo. Hay muchos jugadores con contrato en vigor, tantos como piezas que sobran en un engranaje que lleva más de un año dando señales de necesitar ajustes para ser competitivo. Si a todo esto le unes que va a haber un presupuesto estimable, pero que no va a dar para derrochar recursos, en un momento en el que acertar es capital.
Al igual que un axioma incontestable en este club es que si ha habido buenos momentos en este Unicaja, han coincidido con un entrenador intervencionista, también la figura del mismo es la que más clara lleva grabada la fecha de caducidad.
Aquí en Málaga mucho más, sobre todo porque aquí, la vida profesional de otros suele ser tan longeva que sólo su propio cansancio los retira, aunque no den la talla, y eso no es compatible con pretender volver a la realidad.
Que el primer paso sea renovar al entrenador sin presidente al frente del club, con un director deportivo que se va más pronto que tarde por decisión propia y que va a tener que gestionar y pactar las salidas de la plantilla actual y las llegadas para la temporada nueva, no parece muy adecuado.
Salvo cambio radical, todo lo que no sea un presidente al margen del mundo del baloncesto, pero vinculado a la propiedad, es lo que llegará. Junto a él, la figura de un director general o deportivo, aún sin concretar, pero el cargo que realmente va a tener el peso de la gestión de la plantilla y que tendrá que resolver todos los aspectos que aún están muy lejos de estar avanzados cara al año que está por venir.
No sólo hay que ver si se cuenta con algunos con contrato en vigor, hay que saber qué tipo de plantel se quiere, hay que decidir si es adecuado la invitación de la Eurocup o caer en la tentación de la FIBA Basketball Champions League es conveniente para la recuperación del estatus del club.
Quizá todo esto sea lo más parecido a una revolución que se pueda vivir en este contexto, y todas las revoluciones que nos suenan de libros de historia tienen una cabeza visible, aquí no, imaginen la iconografía de todas las revoluciones sin las figuras habituales en las imágenes que todos tenemos en la retina, ¿a que no cuadra?