Paciencia

13 Abr

Mencionar el baloncesto sin meter el juego en la conversación, está en las antípodas de lo que realmente nos gusta.

A las circunstancias que está viviendo nuestro Unicaja, a la crisis deportiva conocida hay que sumarle todos los problemas que se nos muestran desde Semana Santa, y lejos de aplacarse o resolverse, sigue viva con el añadido de la ausencia de competición, lo cual aumenta la depresión mucho más.

Hemos visto cómo se ha puesto sobre la mesa la mayor crisis a la que tiene que hacer frente el club. Lo que el baloncesto malagueño (y diría que por ende el andaluz) tiene ante sí es la necesidad de ver en qué va a terminar, redefiniéndose por parte de los que realmente detentan el poder sobre él: gente que no es de baloncesto y que pese a haberlo respaldado desde 1977, ahora lo usan como un objeto arrojadizo en una suerte de luchas personales que se iniciaron hace tiempo sin tener NADA que ver.

Una vez pasado el momento “vergüenza ajena” viendo como los representantes de las instituciones en la Fundación Bancaria se arrepentían de lo que ellos mismos habían votado, se ha pasado a -casi sin discusión- pedir, exigir e implorar que haya una reunión, todo ello para clarificar lo antes posible qué es lo que puede o se va a hacer con el Club Baloncesto Málaga por parte de su propietario.

La realidad dice que de momento, nada, tal vez es lo más lógico, pensar que sean los políticos los que salven el baloncesto profesional con un mínimo de nivel está claro que roza la candidez, ellos están para la foto y poco más. Hemos visto que dirigentes más o menos relacionados con nuestro deporte reclaman reunirse con los responsables de la propiedad de club, tanto Noelia Losada, concejala del Ayuntamiento de Málaga y esposa del ex jugador y ex director deportivo Carlos Jiménez por un lado, y Javier Imbroda, consejero de la Junta de Andalucía, y ex entrenador del club por otro, han sido mencionados como impulsores desde las instituciones para que se aclare qué va a pasar, pero seguimos igual.

Inamovibles pero pasándonos el tiempo por encima, para colmo, lo que siempre despista de los problemas reales que es la actividad deportiva lleva aparcada desde el pasado 27 de marzo, lo cierto es que el Unicaja había tenido suerte con la incidencia del COVID 19, ya casi había estado a salvo de aplazamientos. Que el primer equipo hubiera jugado frente al MoraBanc Andorra hubiera sido buena oportunidad para ver de qué forma influye o no todo lo extradeportivo que rodea al club, y hubiera valido para hablar de algo que realmente nos gusta, dejando además la angustia de lado un tiempo.

Porque sí, porque la angustia está ahí, otra cosa es el deseo que tengamos, el no saber qué va a pasar sólo se tapa con la lógica indignación que es normal que se sienta. Más que nada porque tengo muy claro que durante mucho tiempo desde dentro del club se ha hecho una gestión que no aguantaba el mínimo análisis, el rendimiento deportivo no ha ido en consonancia con el presupuesto que se ha manejado, y tras un ascenso continuo y paulatino con el paso de los años, se cayó en la autocomplacencia y el victimismo lleno de desdén ante la mínima crítica.

A tenor de esto, alguien podría hablar de justificar el abandono de la Fundación, pero no tiene nada que ver. Si de verdad se quería dar un toque de atención era obligación haberlo hecho mucho tiempo atrás, de aquí no se ha ido todavía un directivo por una mala gestión, además, no se sostiene que como fórmula para sanar un cuerpo enfermo se le abandone a su suerte privándolo de medicamentos o del auxilio lógico que pudiera tener.

Vale que alrededor y dependiendo de la Fundación hay otras cosas además del equipo ACB del Unicaja, pero si de verdad se estuviera haciendo un ejercicio de responsabilidad, entre aportar decenas de millones y el cero más absoluto hay un montón de escalones que pisar para ver qué es lo que se quiere hacer. La Fundación recibió el patrimonio a la vez que la propiedad de las acciones de Unicaja Banco, esto, aparte de una ingente cantidad de dinero, le obliga a gestionar con responsabilidad todo, pero mucho más lo que hasta hoy ha sido el buque insignia y lo que la puso en el escaparate más vistoso: el equipo de baloncesto.

En nuestro entorno, Unicaja (y las Cajas de Ahorros que la formaron) es de lo más grande que tiene Málaga, pero más allá de la zona geográfica de influencia, no es tan raro que cualquiera pensara en Unicaja e identificara más al equipo que a la Entidad Bancaria, por ello, pensando en qué se pretende conseguir cortando la aportación económica, no le encuentro ninguna más allá de fastidiar.

Está claro que todo esto no se va a arreglar en unos minutos, pero desde la Fundación, obligatoriamente ha de enseñar como mínimo algo de interés y de preocupación por lo que están obligados a mejorar y cuidar (o al menos disimularlo), lo mínimo que se tendría que haber hecho es tener ya nombrado al nuevo presidente, porque en medio de todo este hermetismo secular que ha rodeado siempre al club, no me creo que Eduardo García sorprendiera a nadie de dentro dimitiendo el pasado Lunes Santo, así que no tener todavía un repuesto en la dirigencia del club lo veo como otra piedra más puesta en el camino, parece que el enemigo habita en la casa, al menos visto desde fuera.

Mientras tanto, aquí seguimos, demostrando mayor atención que la que al parecer se nos tiene. Seguiremos esperando.

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