El paso del tiempo nos había hecho acostumbrarnos a una Copa del Rey vivida con mucho tiempo de antelación, con la preparación de todo, desde dentro del club, desde la afición, el equipo de cantera que se preparaba para la Minicopa… muchas cosas que se quedaron en nada esta temporada por diversos motivos.
Motivos que hicieron que alrededor de nuestro Unicaja no se mencionara al torneo prácticamente hasta el inicio del mismo, y la verdad, la presencia efectiva cajista ha sido breve, pero con un impacto que se acerca al que el pensamiento más optimista podía pensar.
Pese a todos los errores mostrados previamente y que han empujado al club a una de las crisis -sobre todo a nivel social- mayores que se recuerdan o pese a malas prestaciones mostradas durante el partido frente al FC Barcelona (demasiadas pérdidas de balón, por citar algo), como balance provisional de la Copa del Rey, se puede decir que el Unicaja sale mejor de lo que llegó.
No es la primera vez que se rentabiliza una derrota en Málaga, mucho más frente a un poderoso y con su dosis reivindicativa tras una polémica por decisiones cuestionables, lo que ocurre es que estoy viendo que los de Andorra resultan mucho más simpáticos o menos peligrosos, porque su “era campo atrás” está aceptado por todo el mundo desde 2017, pero de la falta de Brandon Davies sobre Tim Abromaitis al final de los cuarenta minutos del partido del viernes, llevo leídos demasiadas cosas refiriéndose a la intencionalidad, accidentalidad, cuestionando si hay agarrón o no de la camiseta, tasando la molestia que se produce en el tirador, e incluso, los que critican el cabreo y la expulsión del entrenador cajista, dan como hecho irrefutable que no es falta porque el americano no protesta.
No suelo escribir de árbitros porque no creo en la intencionalidad del error y además me aburre muchísimo, pero antes de que llegara la llamada de auxilio de la ACB pidiendo un rescate económico al CSD por la penuria económica que tiene, la patronal española tenía otro problema encima, el cual no es sino la dependencia y el sometimiento a los clubes futboleros. Obviando desde dentro lo superada que está la competición por la Euroliga o el desdén con el que la tratan los equipos ya casi fijos en la misma, la maquinaria mediática machaca con lo mal que le viene a todo esto que no estén FC Barcelona y Real Madrid en cualquier evento que medio se precie, dan ganas de pedir una Copa del Rey o un playoff con un enfrentamiento a quince partidos entre blancos y azulgranas directamente, sin mayor aparición por parte de otros modestos seres terrenales, y caso de que aparezca algún equipo despistado por ahí, pedir disculpas e indemnizar a los seres celestiales.
Incluso antes de terminar el torneo, el Unicaja vuelve a la realidad y a los peajes a pagar, no sólo la énesima lesión muscular de Carlos Suárez nos deja claro las carencias que se tienen, sino que para entrenar estos días, Fotis Katsikaris va a tener sólo cuatro jugadores, estando el resto desperdigados por el continente a causa de las ventanas FIBA.
De todo esto, sería bueno que se sacaran las conclusiones adecuadas, “casi” dar la sorpresa en la primera eliminatoria no evita pensar que la temporada a día de hoy sigue siendo un fracaso, que la Eurocup se tiró por la borda y que la labor de recuperación del plantel es complicada. Tengo una duda grande, ¿nadie vio la incapacidad de sacar frutos de la plantilla del anterior entrenador?, ¿no se daban cuenta dentro del club que la idea que vendía Luis Casimiro estaba agotada incluso antes de empezar el año?
Espero que Katsikaris tenga claro que, aparte de beneficiarle en primera persona, su éxito procura recuperar gran parte del prestigio del club que otros han ido minimizando con una gestión que no sostiene una revisión, seguro que otros grandes entrenadores que han pasado por aquí pueden ponerle en antecedentes, sobre lo complicado que resulta que una directiva ajena a este mundo, lo difícil de que empatice en sobre las necesidades que hay que cubrir si se quiere volver a ser importante… tantas cosas.
El impulso mínimo de un entrenador, que a día de hoy sólo ha ganado un partido de seis disputados, ha bastado para que se recupere una porción alta de orgullo, que la apatía y la autocomplacencia que se respiraba se desplace aunque sea a base de enfado y cabreo, ahora lo que toca es gestionar todo esto convenientemente, espero que nadie venga a sacar pecho de lo poco realizado, sobre todo porque la gran mayoría de los culpables de haberse llegado a esta situación siguen dentro y no han modificado la actitud que provocó durante tiempo esta rebaja de expectativas e ilusiones.
Recuperar la autoestima y la ilusión es algo que puede hacerse y quizá se ha dado el primer paso, pensando aún que el FC Barcelona podía ganar perfectamente sin encender la ira cajista, lo que hay que recuperar son cosas mucho más importantes, y para eso queda trabajo. No sólo por el entrenador y los jugadores.