Para la cita que nuestro Unicaja tiene en Madrid ante el FC Barcelona, me gustaría tirar de optimismo, de una creencia desmedida o de ser el acérrimo seguidor de este equipo, ése que uno se supone que tiene dentro y dice que a un solo partido puede pasar cualquier cosa, pero lo cierto es que esta Copa del Rey es una prueba para el equipo de Fotis Katsikaris que va más allá del resultado.
Si uno se queda sólo y exclusivamente con el plano deportivo, el tema ha quedado muy claro en la web oficial de la ACB, aquí, la encuesta realizada entre los entrenadores y los directores deportivos de los equipos no clasificados, el favoritismo de los catalanes en la eliminatoria hace que las votaciones congresuales del extinto Partido Comunista de Bulgaria parezcan pugnas reñidas al borde del empate. Un pleno absoluto, un cien por cien de creencia en el triunfo del Barça, siendo aún más dañino para el amor propio cajista contemplar que todos los entrenadores creen que el equipo malagueño caerá por más de 10 puntos, entre los directores deportivos, “sólo” el 63% firma el mismo resultado.
Seguro que en el equipo de Málaga duele este pronóstico, pero a día de hoy, la hoja de ruta desarrollada por cada conjunto deja la última eliminatoria de cuartos de final como la más desequilibrada de las que se jugarán entre jueves y viernes.
¿Triste? Pues sí, pero también ganado a pulso, por haber dejado que el nombre, el historial y el prestigio que tanto trabajo y tiempo costó labrar aquí en Málaga se pierda a base de transmitir al exterior un desinterés y una inacción que con el paso del tiempo desaloja cualquier atisbo de ilusión que se tuviera, o por lo menos eso es algo que muchos aficionados tienen en su derecho asumir a la vista de la gestión de la crisis.
De todas formas, y habida cuenta que la Copa del Rey es otra cosa, y yo no quiero recordar esa ocasión de Aíto García Reneses parafraseando al personaje de José Mota con el famoso “si hay que ir se va, pero ir pa’ ná es tontería”. Aunque se piense que las posibilidades son nulas, la oportunidad que tiene el Unicaja es de dar la sorpresa, de mejorar la horrenda imagen que ha arrastrado tantos partidos y de demostrar que aunque fuera frente a un equipo netamente inferior que además no tenía al mejor encestador de la ACB, el triunfo en Fuenlabrada ha de servir para que la plantilla cajista se demuestre a sí misma que puede hacer algo más que lo ofrecido hasta ahora.
Con el partido del viernes, se abre la oportunidad de ir sumando progresos, a pesar de las carencias que sigue teniendo el plantel hay que intentar no tirar la temporada, tener un rival como el FC Barcelona supone poner uno de los escollos más complicados para medir la hipotética progresión del Unicaja, pero es lo que hay.
Desde hace tiempo, los equipos de Euroliga están cada vez más lejos de los demás, esta temporada, Lenovo Tenerife y Hereda San Pablo Burgos han demostrado que van camino de permitir sólo dos invitaciones en los playoffs, y eso a día de hoy provocaría que también en las eliminatorias por el título el rival de inicio serían FC Barcelona o Real Madrid, los de Sarunas Jasikevicius, tras una temporada sin títulos y pese a reforzars sólo con la figura de Nick Calathes y posteriormente de Leo Westermann parecen quizá el equipo más en forma del país.
Comparación odiosa aparte, que dice que el Unicaja sólo ha ganado un partido en el 2021 y el rival sólo ha perdido otro, si me pongo a ver los que se enfrentarán al Unicaja no sé si dan más miedo los elegidos en la votación como posibles destacados, Nikola Mirotic y el ex cajista Álex Abrines, o los que se quedan sin referencia expresa. Olvidar a Brandon Davies, Cory Higgins, Kyle Kuric o Adam Hanga es simplificar de dónde pueden venir los problemas. Jugadores complementarios como Roland Smits, Pierre Oriola o Artem Pustovyi tendrían rol destacado aquí, y todo ello mientras contemplamos como el entrenador lituano ha hecho miembros de pleno derecho del líder de la Euroliga a cinco jugadores con los que no se contaban, los jóvenes Leandro Bolmaro, Sergi Martínez, Brancou Badio, Michael Caicedo e Ibou Badji no han desentonado cada uno en su medida, que aparezcan en un futuro draft no va a ser nada extraño.
Confieso que tener al mando en la cancha a Nick Calathes le da mayor brillo aún al rival cajista. Alguno dirá que el de Cassellberry no tiene un rango de tiro fiable, pero haber tenido de compañeros al propio Jasikevicius, Dimitris Diamantidis, Vassilis Spanoulis o Mike James nos lo presenta ahora en plenitud, como un tipo de base de los que ahora no hay en la práctica, de los que hace mejores a sus compañeros, que quizá sea uno de los mejores dominando el juego por parejas, y que aprovecha su presunta poca fiabilidad en el tiro para poder ir al aro produciendo, sea anotando o sirviendo a sus compañeros.
El rival del viernes con grandes individualidades o grandes actuaciones corales no tiene que echar de menos al ahora reincorporado Víctor Claver o al defenestrado Thomas Heurtel, mientras que la idea del entrenador dure, a día de hoy parecen inabordables, pero para el Unicaja, la oportunidad está ahí, la posibilidad de mejora sólo pasa por aprovecharla, porque el daño que se ha autoinfligido no se va a curar de inmediato, la solución la transmite el entrenador Fotis Katsikaris, hay que picar piedra y creer en poder hacerlo, si el Unicaja consigue minimizar errores propios y provocar que el contrario no lo haga de la forma tan brillante que acostumbra, será una guerra que se podrá combatir. En Málaga estamos locos porque el equipo dé muestras de que se puede creer en él.