No tengo claro si será una consecuencia de la pandemia, pero adaptarse a lo que se denominó como “nueva normalidad” conlleva meter en los hábitos diarios una serie de incomodidades aunque sean para conseguir todas las mejoras y la seguridad del mundo, pero de momento lo único que hacen es que pensemos que cualquier tiempo pasado fue mejor que éste.
Esta última frase podría aplicarse a nuestro equipo, ese que seguimos desde que recordamos y que nos cambia el ánimo cada jornada, jugando con sentimientos y que consigue alterarnos y enfadarnos incluso cuándo detectamos que ha habido partido y no nos hemos preocupado por el resultado o el juego desplegado.
Repasando cosas que escribí el pasado curso, me da la tentación de copiar y pegar lo que puse: que si el equipo no juega a nada, que más que cabrear aburre… todo perfectamente aplicable a día de hoy. El problema es que sólo se han jugado cinco partidos oficiales.
Sabemos de la problemática de lesiones, de la crisis económica que provoca que no haya tanta alegría presupuestaria, de la incertidumbre por el COVID 19 y la importancia de la ausencia de la afición en los partidos de casa, o sea, lo mismos males que aquejan a todos los equipos, pero a día de hoy, lo que la temporada pasada pensábamos que iba a salir mal, o que al menos se podía arreglar durante el verano, no sólo sigue mal, sino que ha empeorado por haber gastado el tiempo entre temporadas en ver como se resolvían los problemas con los abonos y la asistencia a la cancha, eso sí, tomando decisiones que creo que no han dejado contento ni siquiera al visionario que las diseñó.
Paralelamente, como la vida sigue, con el arranque de las competiciones europeas, llegan las habituales declaraciones de Jordi Bertomeu, hablando de lo que le conviene, mientras los medios aquí en Málaga destacan que “se olvida del Unicaja para la Euroliga”.
Lanzo una pregunta al aire: ¿hay alguien que esperase que la Euroliga devolviera una licencia A al Club Baloncesto Málaga?, se retiraron cuatro licencias A con el tiempo, y los otros tres equipos (Asseco Gdynia, Virtus Bolonia y Mens Sana Siena) tampoco sufrieron una injusticia con esa retirada. Todos recordamos la historia, aunque con ese argumento, lo mismo esa licencia A tendría que hacer renacer al ya desaparecido ASK Riga, que ganó las tres primeras copas de Europa o ir al Pallacanestro Varese, que conquistó cinco torneos continentales. No se puede pretender estar entre los mejores y codearte con los que mandan a base de autocomplacencia, desdeñando cualquier tipo de crítica, tratando de enemigo a cualquiera que cuestione una decisión, y sobre todo, vendiendo permanentemente que los objetivos son los mismos que eran con el doble de presupuesto que hoy en día, eso es no tratar como adultos a los aficionados, pretendiendo que hay que creer todo lo que se diga, por el mero hecho “que lo digo yo”, sin refrendar los argumentos con los hechos.
Pensemos que desde el club alguien se esfuerza mínimamente verbalizando que la situación ha ido cambiando con el tiempo, y se ponen los objetivos reales a disposición del entorno, ¿creen que sería un escándalo, la gente desertaría de la grada y se produciría una hecatombe? Quizá sería bueno adecuar la dimensión del club a la realidad.
A día de hoy, que la arbitrariedad de la Euroliga para adjudicar las plazas, cambiar las normas de acceso, las de permanencia, o la normativa de las competiciones no hacen sino dar una coartada perfecta para no tener que rendir responsabilidades, y seguir vendiendo lo mismo, culpando a una suerte de cruce entre Hitler y Stalin director del baloncesto europeo.
Preocuparse por lo que puedan hacer Baskonia o Valencia Básket es irreal, cifrar el objetivo en entrar en playoff, Copa del Rey o que toque la lotería llegando a la final de la Eurocup es mucho más cierto, aunque resulte molesto, incómodo o que suponga no cumplir con el objetivo que la historia y el propietario demandan por su aportación.
La realidad es que los rivales hace ya tiempo que dejaron de ser los cuatro de Euroliga, por duro que pueda sonar, pensar dónde estaba la ambición hace un tiempo y lo que llevamos viendo, deprime pese a seguir teniendo el mejor respaldo, y la realidad dice que hay que temer a esa clase media de la clasificación que antes se miraba desde arriba, pero si no se ha hecho bien el trabajo para mantener el estatus que un día se consiguió y por el que se hicieron tantos esfuerzos, lo mismo hay que hacer una introspección real y preguntarse si es falta de presupuesto o de ambición, o si hay más conformismo, y sobre todo: ver si se puede, y si se quiere recuperar la posición perdida. Dentro de las preocupaciones, lo más real es ver si Yannick Nzosa llegará a cumplir 20 años vistiendo la camiseta cajista, adivinar si el equipo podrá conseguir jugar de manera decente con estas piezas y este entrenador, o si se dejará pasar otra vez el tiempo y la oportunidad de adaptarse a la situación real, no la que nos gustaría imaginarnos.
Totalmente de acuerdo, ahora la Euroliga es una utopía, cuando hasta hace poco era la normalidad. A día de hoy, la única opción de nuestro equipo es luchar por otros objetivos. Todos ellos más reales. Ahora tenemos pollo y antes caviar.
Muchas gracias por seguirme, entiendo que hay que adaptarse, es lo que se tiene, y es lo que se ha elegido. Un saludo y gracias otra vez.