Hace unos días, hemos tenido la noticia de la renovación de Alberto Díaz por 4 temporadas con el Unicaja, en un verano tan extraño por el tema COVID y sus consecuencias -aún desconocidas-, por la parquedad de refuerzos para el primer equipo y la sensación que el club malagueño adelantó trabajo antes de terminar el curso 19/20, que el base amplíe el compromiso con su club de toda la vida, es una noticia positiva que hay que valorar.
De cumplirse la totalidad del contrato, el jugador que inició su andadura en el EBG Málaga, cumplirá los 30 años vistiendo la camiseta del abanico, e iniciará el curso próximo (si se llega a jugar) su décima temporada en ACB, la octava con la camiseta del CB Málaga, tras haber estado un año a préstamo en Bilbao y otro en Fuenlabrada.
La trayectoria de Alberto está en la realidad que tiene que ver la cantera en la actualidad. Porque pese a haber debutado con 18 años, en sus dos primeras temporadas sólo jugó nueve partidos antes de ser cedido. La vuelta a Málaga no fue fácil, siendo una importancia relativa la que tuvo, lo cierto es que parecía que se iba a repetir una historia habitual, la del chaval que no termina de cuajar, y que si bien es importante en las categorías inferiores y un buen complemento en el Clínicas que tanto echamos de menos, el Unicaja era algo que le venía grande.
A día de hoy, con el paso del tiempo, entre las carencias tan brutales que ha mostrado el club malagueño en la posición de base, y el trabajo desarrollado por alguien que parece el discípulo aventajado de Aleksei Stajanov, le han dado la continuidad y la garantía de ser importante en el equipo de su vida. Aunque ya no sorprende a los contrarios porque lo conocen, y el tránsito a «valor seguro» desde «esperanza local» ya está más que realizado, renovar a Alberto estaba más en la línea de obligación para la directiva cajista que en la de asunto a intentar resolver.
Siendo más concreto, la realidad de la cantera ya no sólo tiene la dificultad de asomarse al profesionalismo tras formar parte de un proyecto sólido, como suelen ser las categorías inferiores de los equipos ACB, incluso dentro de ellos mismos se les aconseja a los chicos que la salida a Norteamérica es lo mejor que pueden hacer.
Esta situación, algo que he oído de algún responsable de cantera, me parece tristísima, sobre todo por la incapacidad asumida para que un chaval que tenga posibilidades en el baloncesto español no pueda compatibilizar el mismo con los estudios, creo que es una derrota que no debería tolerarse, aunque la llegada al primer equipo tras Alberto de Rubén Guerrero y de Francis Alonso -esperemos-, venga tras tomar esta opción.
Que los dos últimos lleguen a la ACB ha supuesto un cambio sustancial. Ambos han debutado con 23 años en la primera competición española, y a la fuerza es algo que tiene que notarse, si en el caso del marbellí, con una trayectoria fuera de los focos, con un año de ausencia incluso por cambio de universidad (de South Florida a Samford), el aterrizaje dentro del equipo se está produciendo con una pausa bastante habitual dentro de los jugadores interiores, algo que en el caso de Francis Alonso no se da.
El escolta que a priori estará a las órdenes de Luis Casimiro Palomo este inicio de curso, está probando toda la dureza que tiene querer llegar arriba, algo nada raro, como también se puede ver en el caso de Marc García, ex compañero de Francis en Fuenlabrada y en las selecciones inferiores, galardonado en campeonatos internacionales y estrella del grupo de nacidos en 1996 que han tenido medallas de oro y plata en su palmarés, pero que está pasando las de Caín para intentar ser importante a pesar de haber disputado ya cinco temporadas en ACB, pero con toda la inconsistencia del mundo.
Está claro que la temporada 2019/2020 es inolvidable -por lo accidentado- para un chico que es complicado que vaya a tener tantas vivencias y tantas enseñanzas condensadas en menos tiempo, siendo a día de hoy el único caso de positivo por COVID que tuvo la plantilla malagueña, algo que como todas las inconveniencias que ha tenido, pertenecerá a una experiencia que seguro que lo ha reforzado cara a un año que puede ser capital para él. He mencionado a los 3 jugadores malagueños del equipo, cuentan con la presencia en el cuerpo técnico del entrenador que hizo debutar a los dos que repiten presencia y a Germán Gabriel, miembro destacado de lo que pareció no tener continuidad en la cantera malagueña como fueron los «júniors de oro», en este año no se sabe si va a haber afición en la grada para animarlos, cada uno tendrá una misión, pero tanto Rubén como Francis, con el ejemplo del renovado Alberto tendrán quizá el mejor árbol al que arrimarse, más adelante se sabrá si la competición, los rivales y la suerte se van a poner de su lado, pero no me imagino mejor veterano del que copiarse.