De forma recurrente, siempre se ha dicho que los equipos han de evaluarse al llegar al mes de diciembre, que entonces se verá de manera real cual el objetivo al que puede aspirar y ver si el listón sobre lo que podría esperarse de la plantilla va acorde con lo prefijado.
En lo que nos ocupa, nuestro Unicaja, lo cierto es que diciembre ya se marcha, y al final de este mes y en puertas del 2020, lo cierto es que el equipo malagueño tiene un rendimiento que para nada se parece al que podría haberse adivinado en pretemporada.
No me vale la excusa de la clasificación como primeros de grupo en la Eurocup, sin soltar la barrabasada de que los rivales del Unicaja en Europa hasta el día de hoy tengan nivel LEB, la verdad es que veo a Oldenburg y compañía con problemas para meterse en playoff en la ACB actual. En España, sólo en tres de las quince jornadas disputadas, el equipo entrenado por Luis Casimiro Palomo ha estado entre los ocho mejores, siendo una quinta posición la mejor clasificación hasta el momento.
Naturalmente, tengo claro que no hay ningún título que se decida en diciembre, pero el juego visto hasta ahora deprime por momentos, sigo teniendo muy presente las victorias ante los equipos de Euroliga, pero hay ratos del juego cajista que no son ni aceptables.
Ver simplemente el partido del pasado domingo en Fuenlabrada cabrea y mucho, aunque se termine ganando, pero que un equipo que dice que quiere ser, y que por presupuesto ha de ser una alternativa real a los equipos de Euroliga no tendría que recurrir a la épica para ganar en una cancha que puede ser de LEB el año que viene, sobre todo porque el Montakit Fuenlabrada sólo puso mayor intensidad que el equipo malagueño para poner tierra de por medio en el marcador, ahí terminan los méritos de los compañeros (al menos en la alineación escrita) de Francis Alonso, el cual dudo mucho que recuerde gratamente el paso por Madrid este año.
Aparte de todos los problemas que suscita el juego de los malagueños, el tema de la cesión de Francis Alonso es algo que seguro que preocupa y mucho dentro del club, no en vano estamos hablando de una de los mejores frutos de la cantera de la tierra (aunque para completar su formación abandonase Málaga) y una apuesta con un contrato largo. Que a día de hoy esté en un club ACB por el mero hecho de ser nacional es un grave problema, porque estaba claro que el paso de la liga universitaria al profesionalismo era una prueba complicada, pero lo que a priori podía parecer ventajoso por llegar a un equipo que le daba la posibilidad de tener un puesto alto en la rotación exterior, con un entrenador que lo conocía de categorías inferiores y que podía ser clave en su progresión se ha convertido en un callejón sin salida, con una lesión negada por su equipo que el jugador tuvo que tratarse en Málaga, quedando en pésima situación con el club al que volvía poco después, sin ritmo alguno de competición (sólo ha jugado en dos partidos) y que ha visto que ha fichado hasta a cinco jugadores (Nico Richotti, Álex Urtasun, Anthony Brown, Sergi Vidal y Scott Wood) para jugar en la misma posición que el malagueño, el cual ya tenía por delante a Karvel Anderson y a Marc García. Lo decía de broma, pero si Velimir Perasovic descolgara las botas también estaría por delante en la rotación exterior del equipo del sur de Madrid.
Este año 2019 que se marcha deja unas sensaciones que se me antojan mediocres para el Club Baloncesto Málaga, con pocos recuerdos que perdurarán por lo agradable en la memoria, en lo que respecta a la temporada que acabará en junio se pueden cambiar muchas cosas, y la verdad es que es algo que todos esperamos porque esta situación cansa, tal vez ahora, con el cambio de año, y entre todos los propósitos de mejora, se incluyan algunos que realmente se cumplan. Espero que para todos, si el año que se va no ha sido el mejor, que el 2020 traiga toda la felicidad por la que se pelea. Que tengan mucha suerte y sean muy felices. Gracias por estar ahí.
Nuevos propósitos.
31
Dic