Hay momentos en la temporada dictados por el calendario que son más o menos duros, complicados, alterados por las lesiones, por picos del rendimiento o por situaciones que parecen que todo lo ponen cuesta arriba, y ciertamente son complicados de llevar. El momento actual del Unicaja no es de los fáciles, ni mucho menos. Yo reclamaba mayor y mejor política de comunicación por parte del club y la semana pasada hubo desayuno informativo donde el director deportivo y portavoz del mismo, Carlos Jiménez, atendió a la prensa. De lo que comentó el madrileño, aparte de esa definición de lo que debe ser la Euroliga para un club como el Unicaja (ya saben, una ilusión, no un objetivo) que protagoniza muchas charlas y tertulias sobre baloncesto en Málaga, y además de una de las míticas palmeras que disfrutan algunos en el Martín Carpena, lo que más me sorprendió fue el inicio de la charla.
Jiménez dejó claro que el motivo de la misma venía por lo que le transmitía la jefa de prensa, «por la inquietud que había por tener respuestas directas por parte del club». ¿En serio es necesario que haya casi un clamor para que haya un pronunciamiento oficial sobre la situación del club? Si el portavoz sólo sale cuándo se le cuestiona, me pregunto si es tan superfluo para la entidad expresar su postura ante temas como el primer equipo, la cantera, la ACB o la Euroliga.
Más allá de lo que respondió Carlos Jiménez, lo cierto es que estamos en que el Unicaja tiene tremendamente difícil jugar el año próximo la Euroliga. Lo que no sabemos si será una decepción o un alivio para algunos y que el equipo anda metido en una depresión de las de libro. Quisiera creer al entrenador, ya que dice lo contrario, tras la digestión del fracaso de la Eurocup (valoración que también hacen en el vestuario cajista), al equipo le queda trabajo si quiere ser capaz de hacer algo que se recuerde al hacer balance de la temporada. Está claro que si se reincorporan los lesionados en una situación más o menos óptima la cara va a ser otra, pero de momento, lo que tenemos es un primer partido tan triste como un hospital abandonado, que de no mediar un rival que venía sin su mejor jugador y se quedó sin fuerzas y después sin entrenador, no hubiera cedido al mayor empuje cajista mostrado en la segunda parte.
Podría decirse también que la motivación se pone difícil al tener casi imposible el premio de jugar Euroliga, pero por responsabilidad grupal para con el entorno, como individual, sea para buscar una renovación aquí o un escaparate bonito, creo que nadie se merece dar carpetazo a la temporada tan pronto y con un final poco digno. Reconozco que tengo serias dudas sobre si un grupo tan escaso de carácter es fiable para dar un paso adelante y no seguir viviendo del buen comienzo de temporada que tanto ilusionó y que tan lejos parece ahora.
Todos pensamos que la necesaria vuelta (en condiciones óptimas y con buen rendimiento) de Alberto Díaz y Jaime Fernández dotaría al grupo del corazón y el empuje necesario, y que conste que no pienso en el Hombre de Hojalata de «El Mago de Oz», pero hay alguna puesta en escena lánguida como ella sola que hace dudar y mucho. Lo que no sé es si al formar este plantel se pensó en esta orfandad de carácter de una gran mayoría de miembros del mismo.
Éste es un periodo de la temporada que necesita que el equipo se revitalice por sí mismo y que sea capaz de transmitir hacia el exterior de una forma que no lo ha hecho hasta ahora. La mejor manera es a través del juego y de los resultados, aún habiendo volcado otro mensaje el portavoz del club, no hubiera sido distinto. Pero, mientras tanto, poco más allá de abstraerse y fortalecerse cara a lo que resta de liga se puede hacer.
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26
Mar