En toda crisis, el recuerdo de la misma se suele centrar en algún detalle que la denomina, o en una idea central que hace que la recordemos con tal o cual nombre.
En lo que nos concierne aquí, que es el equipo del Unicaja, en el último mes, que va desde la disputa del partido de Copa del Rey frente al Iberostar Tenerife y el del pasado sábado en Las Palmas frente al Herbalife Gran Canaria, el balance de los de Luis Casimiro Palomo es palmario: dos victorias, una en el primer partido del playoff de la Eurocup en Berlín, 90-91 ante el Alba y otra ante el Delteco GBC en Málaga en ACB por 87-69, enfrente, cinco derrotas, con récord de puntos encajados fuera, la de Liga ACB frente al Kirolbet Baskonia por 112-95, y en casa, la del segundo partido de playoff, por 81-101 ante los de Aíto García Reneses.
Las consecuencias son conocidas, se han sepultado las aspiraciones reales del equipo en dos aspectos, en la Copa del Rey, se cerró de la peor manera, sin competir frente al único rival que se podía ver como accesible. En la Eurocup, derrotado claramente por un enemigo que sobre el papel no es mejor, y que se podía ver como accesible a poco que se hubiera jugado como todo el mundo esperaba, pero últimamente parece que lo único que se teme es que la próxima actuación sea incluso peor que la anterior, con jugadores ya señalados desde hace mucho tiempo y con muestras desde el banquillo de muchas dificultades de reconducir la errática marcha del conjunto mientras no se observa movimiento en los despachos.
Como ya comenté en mi columna de la semana pasada, la posibilidad más que cierta de no jugar Euroliga el año próximo, ni siquiera terminando como campeón de la Liga ACB si el triunfador en la Eurocup es Morabanc Andorra o Valencia Básket, parece que ha puesto en estado de shock a mucha gente cuando era algo ya conocido desde antes de iniciar la temporada, como el tema comunicación oficial por parte del club es una asignatura aún por resolver, hay que vivir a expensas de lo que los medios ofrezcan, algo que en una institución tan asentada, estable y con tanta historia a sus espaldas no termino de entender.
Arrasado por los problemas de rendimiento en algunos jugadores, de lesiones (algo tan consustancial y común en la temporada como contar con árbitros en un partido) y la poca agilidad a la hora de buscar refuerzos en posiciones que lo piden a gritos casi desde inicio, focalizar los problemas sólo en el juego de la plantilla es simplificar mucho. La evolución del baloncesto continental, el cambio de escenario tanto en el club, como en el entorno competitivo (NBA, China, Euroliga, ACB, etc), provoca que la labor de despacho sea mucho más necesaria y con mayor presencia en estamentos en los que se ha perdido un peso específico decisivo, además, la comunicación y la imagen del club al exterior necesita mayor presencia del portavoz Carlos Jiménez y que el mensaje sea nítido, directo y sobre todo más fluido, porque al día de hoy me parece escaso e insuficiente.
Pese a que aún quedan once partidos de liga regular, y aunque el premio mayor ya esté casi entregado (jugar la Euroliga), no sé si el baloncesto malagueño puede permitirse otro año de finalizar la competición un par de meses antes de acabar la misma. El año pasado se le echó la culpa al fin de ciclo de Joan Plaza en Málaga y el desgaste de la Euroliga, pero este año no están ambos elementos, lo que sí tenemos es la repetición de la letanía de necesidad de renovación de plantilla casi en su totalidad y el no poder hacer frente a cualquier club que venga decididamente por un jugador con contrato o no, y pensar que todo lo que sea cambio o renovación se ciñe al plantel del primer equipo cansa, porque lejos de ahí, no busquen modificaciones.
Nombre de una crisis.
19
Mar