Esta semana me he sorprendido a mí mismo pensando en aquella frase que define a las situaciones en la que el entrenador de un equipo, sea del deporte que sea, por imponer su sello particular en el funcionamiento del grupo, termina desajustado el rendimiento del mismo y fastidiándolo todo, o sea, el “ataque de entrenador”.
En los últimos días, hemos asistido al primer baile real de entrenadores, no quiere decir que no haya habido cambios en los banquillos, pero reconozco que el cambio en el del Baskonia tras la derrota que sufrieron en Montenegro me llamó mucho la atención, tal vez porque en la distancia, la labor de Pedro Martínez no se veía merecedora de una destitución tan fulminante.
Pese a las cinco derrotas en siete partidos, no sé si el detalle de ser anfitriones en la Final a Cuatro de este año en la Euroliga hace pensar en Vitoria que tienen que ser uno de los integrantes a toda costa, porque esos razonamientos peregrinos llevados al extremo han estado tradicionalmente en el funcionamiento de otros clubs, no es algo que fuera lo habitual entre los de Josean Querejeta.
El cambio de Pedro Martínez por Velimir Perasovic, algo que ya se dio hace trece años entre los baskonistas, me ha sorprendido, tal vez porque hubiera entendido el cambio más lógico en Valencia Básket o Herbalife Gran Canaria, sobre todo entre los levantinos, que parecen por plantilla, presupuesto y aspiraciones, llamados a estar más arriba en la clasificación, lo mismo con el tiempo, nos enteramos si hubo algo más que dos derrotas contundentes en Andorra o Podgorica.
Otro cambio que se ha visto esta semana, ha sido el de Giannis Sfairopoulos reemplazando a Neven Spahija en el Maccabi, lo del equipo judío, histórico dónde los haya en el concierto continental, lleva demasiado tiempo juntando decepciones y muy lejos de merecerse estar entre los grandes en Israel y la Euroliga, viendo el partido del pasado viernes en Las Palmas, el mal detalle del “ataque de entrenador” que sufrió el que fuera responsable de Valencia Básket y Baskonia hace unos años, ahogó la reacción de su propio equipo, devolviendo a cancha a jugadores con más nombre pero con peor rendimiento, lo que a la postre, junto con todas las derrotas en Euroliga le ha terminado contando el puesto.
Todo esto va ocurriendo, mientras en Málaga, parece que estamos en otro planeta, dentro de una normalidad y una situación más que adecuada para la salud e higiene mental del club y del entorno, y demás en un plano numérico en modo idílico ya sea en ACB como en Eurocup, confieso que le temía al partido frente a Morabanc Andorra muchísimo, por lo mostrado por los pirenaicos en sus últimas deslumbrantes actuaciones y a la mala cara ofrecida por los cajistas a pesar de las últimas victorias, todo ello además de las lesiones de Alberto Díaz y de Jaime Fernández, por todo lo cual, echarse a la cara a los de Ibón Navarro no parecía una buena opción.
Tal vez, la poca fiabilidad mostrada por Brian Roberts defensivamente hablando pudo ayudar a que Luis Casimiro alterase el statu quo habitual y colocara a Dragan Milosavljevic sobre Andrew Albicy, que Jaime Fernández volviera de entre los lesionados ayudó mucho y aparecieron otros como Giorgi Shermadini o Adam Waczynski que fueron una ayuda inestimable que sería necesario que tuvieran mayor regularidad, pero de momento, el rendimiento del conjunto malagueño está siendo el deseado.
Y nadie sabe qué va a pasar con todo esto, porque queda un mundo, pero a lo mejor, no hacen falta fórmulas magistrales, y la naturalidad es de entrada el mejor punto de apoyo para ir consiguiendo los objetivos, aunque también, el que el nivel de exigencia esté en otro sitio diferente del añejo “semifinales en ACB y Copa del Rey y el título de la Eurocup” viene muy bien para que más adelante se termine peleando por los mismos.
Mientras tanto, que la preocupación vaya centrándose en que el juego mejore, los lesionados puedan ser bien suplidos y la confianza del grupo aumente para que al final se alcancen los objetivos, aunque éstos, tirando de lógica parecieran poco alcanzables en un principio. Para ello, más que un entrenador a nivel mago o ilusionista, quizá lo que necesita sea lo mismo que es a día de hoy este equipo: algo normal.
Un ataque de entrenador.
20
Nov