Una idea bastante recurrente dentro de la concepción que se tiene del Unicaja es que se trata de un club de cantera, algo que apareció hace mucho tiempo, incluso antes de la desaparición del Mayoral Maristas y la puesta en escena del moderno Club Baloncesto Málaga. Tanto Caja de Ronda, en su origen, como Mayoral Maristas vivían de lo que producían sus escalafones inferiores, en gran parte obligados por la necesidad. El poco dinero que había era un bien preciado y se repartía de forma ingeniosa, porque el baloncesto de aquella época obligaba a dos cosas: acertar con los dos extranjeros (llamémosles «americanos», incluso «negros» como recuerdo que decían algunos aficionados veteranos); y si venía algún nacional, que se ganara hasta la última peseta.
Siguiendo con la lección de prehistoria, en la primera plantilla en ACB del aquel entonces Unicaja-Mayoral la cantera aportó a Nacho Rodríguez, Gabi Ruiz, Antonio Benítez, Jordi Grau y Curro Ávalos. A partir de ahí, ya sabemos: Dani Romero, Jesús Lázaro, Ricardo Guillén, Ernesto Serrano, Germán Gabriel, Bernardo Rodríguez, Carlos Cabezas, Alfonso Sánchez y prácticamente el salto hasta Alberto Díaz. Hago esa distinción porque hay muchos jugadores que han formado parte de forma más o menos esporádica de la primera plantilla. Pero o no han tenido impacto como tal o considerarlos canteranos me obliga a pensar que la deslocalización de una empresa no es cerrar la fábrica y mandar al paro a sus empleados. Gente como Jon Cortaberría, Fran Vázquez o Álex Abrines serían considerados canteranos en un ejercicio bastante libre de cariño. Lo cierto es que la necesidad obligaba a la osadía, y la exigencia de resultados de manera inmediata se tradujo en entrenadores muy buenos, con mucho nombre, pero más cobardes (entiéndaseme el calificativo) a la hora de conceder minutos.
Tenemos la declaración de intenciones en la cual la cantera ya no nutre de extranjeros, se supo que aquello de sudamericanos (brasileños en su mayoría), balcánicos y africanos ha pasado al archivo. Lo cierto es que o eres un friky en toda regla o conoces a sota, caballo y rey entre los canteranos profesionales, que han supuesto un desembolso para el club y que sólo han servido para alguna medalla en el campeonato territorial de turno y engordar la cuenta corriente de intermediarios. A los rivales tradicionales en las canteras, los de siempre (es decir, Real Madrid y FC Barcelona), hay que sumarle la facilidad que tiene a día de hoy cualquier chaval que medio despunte para irse a Estados Unidos. Si ha formado parte de los escalafones inferiores, es medianamente bueno y en la familia se pueden permitir un esfuerzo económico, eso de jugar en USA se le ha puesto barato. Junto a los ya conocidos rivales aparece a la vuelta de la esquina un enemigo que tiene muy poco nombre fuera del entorno, pero que en la realidad ya ha fastidiado al Unicaja gran parte del trabajo con algún jugador. Es el caso del Baloncesto Torrelodones, personificado en su día con Víctor Chuka y ahora con Rubén Domínguez.
Por raro que parezca, el equipo de la población madrileña, conocida en la práctica por tener el casino donde iba Joaquín Sabina a dejarse los billetes, sólo tiene el equipo en Liga EBA, pero ha entendido el negocio a la perfección como cobijo de jugadores de países de la antigua Yugoslavia. Y con presencia en las competiciones inferiores madrileñas capta de la mejor manera que entiende a chicos que luego llegarán o no a la élite, pero que les sirve para financiarse cuando en los últimos tramos de su formación pasan a integrar otras canteras ACB.
Lo cierto es que los casos de Víctor Chuka y Rubén Domínguez son diametralmente opuestos. El primero, que salió de Málaga hace un par de años en edad infantil, lo hizo aprovechando la situación más que delicada de su familia y recibiendo por parte del club receptor una atención que se supone que no recibieron aquí. Sea o no así, al chico lo convencieron y allá sigue, formando parte de las selecciones FEB. En el caso del segundo, ni hay problemas familiares ni creo que al club le haya faltado mimo con el chico. Sobre todo porque desde que llegó, en edad minibásket, ha sido considerado como uno de los proyectos del club, y el trato que se le dispensa siempre ha sido el más favorable.
Aunque la normativa ACB obliga a que la salida de cualquier jugador de cantera de una provincia requiera el visto bueno del club del lugar de residencia, en la práctica un simple cambio de residencia de los tutores basta para llevárselo. Y aunque generalizar es peligroso, casos de poca vigilancia con jugadores de la cantera por parte de clubs supuestamente importantes, y apariciones de proyectos cuya única finalidad termina siendo hacer negocio, están al día en nuestro deporte. Habrá que desear que la ayuda que va a tener Ramón García con el nombramiento de Germán Gabriel sea fructífera, y la producción de jugadores para el primer equipo vuelva a estar dentro de lo que se necesita. Y que de una vez, el club de cantera recupere el estatus acorde con la inversión realizada.
Concepto de club.
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Jul