Quizá de manera lógica, cualquiera podría haber esperado que la temporada del Unicaja hubiera tenido un desarrollo más o menos cercano a las expectativas. Que la carga de partidos, el incluir la participación en la Euroliga o la adaptación de según qué jugadores a la exigencia de las competiciones terminarían pasando factura. Pero sobre el papel, no sé si por creencia en los colores o por hacer un acto de fe cada vez que se piensa en el equipo, se iba a pelear por los objetivos que se veían ambiciosos pero adecuados a lo que todo el mundo le demandaba al equipo. En la realidad, los objetivos reales se han traducido en eso tan amplio como insustancial de «competir». Insustancial porque, por definición, el equipo compitió el pasado sábado frente al Tecnyconta Zaragoza. Y que me perdonen, pero eso no tiene un pase.
No me pone contento reconocer que de un tiempo a esta parte las ruedas de prensa posteriores a los partidos me suscitan una expectación inusitada y que luego no se ve cumplida. Terminas oyendo lo mismo por parte de Joan Plaza, con una seguridad blindada en su trabajo y en su persona que lo deja fuera del alcance de cualquier crítica. Lo realizado por el entrenador está ahí, no sólo en Málaga, sino en sus destinos anteriores como Badalona, Madrid, Sevilla o Kaunas, y no voy yo a renegar de lo que haya podido hacer hasta ahora. Pero llegado este punto, y sin pensar, ni de lejos que los jugadores quieran quitarse de encima al entrenador, como hicieron en el FC Barcelona con Sito Alonso, me da la impresión de que el discurso de Joan Plaza ya no tiene la respuesta que el equipo y la competición requieren.
Se podría haber esperado que tras la Euroliga, al no tener los dos o tres partidos semanales, con los consiguientes viajes y riesgos de lesiones, el equipo encarase la fase decisiva mejor y más descansado, pero contrariamente, el equipo está en franca regresión. Da la impresión que ya han visto acabado su turno esta temporada y que lo que viene ahora no importa. De siempre he pensado que a estos niveles en el deporte profesional pesa más una mente cansada que las piernas y lo que veo, no siento que me quite la razón.
Quede claro que el jugador lo que quiere es jugar más, entrenar menos y aguantar menos tiempo aún al jefe, por bueno que sea. Las correcciones suenan a reproches, cualquier mensaje se interpreta como una maniobra para eludir la culpa por parte del entrenador, que transmite estar por encima del bien y del mal -algo que no es nuevo-. Ante los malos resultados, las rarezas que tenemos todos se aguantan de peor talante. Está claro que el día a día del equipo está a la mano de otra gente, que la gran mayoría estamos muy lejos de enterarnos de lo esencial, y esto condiciona que los juicios que podamos emitir corren el riesgo de estar equivocados. Pero lo que capto desde mi posición es que la finalización de ciclo ya está aquí, y que los jugadores no creen en darle el último empujón para un proyecto que –como ha ocurrido casi siempre en el periplo de Joan Plaza en Málaga- caso de continuar cambiará al menos a la mitad de las piezas. No sólo por la lógica evolución de los planteles o por participar en Euroliga o Eurocup, simplemente porque siempre puede haber los casos Jayson Granger o Mindaugas Kuzminskas, o el más que probable de Nemanja Nedovic. No hay que olvidar situaciones como la Stefan Markovic, que contrariamente a los anteriores, no necesitó una oferta mareante en lo económico o lo deportivo. Le valió con poner tierra de por medio.
Sobre el papel, estamos en un final de año raro. Por primera vez, el entrenador no tiene contrato para la próxima temporada, pero se habla más del beneplácito del consejo de administración cajista que de las ofertas que tenga Joan Plaza fuera de Málaga. A mí me da que uno de los activos del entrenador está en la capacidad de ser un escudo magnífico para que el foco de críticas esté más dirigido hacia el banquillo que hacia el palco. No ayudan los últimos resultados negativos y las declaraciones en la que crípticamente habla de cosas que enturbian sin aclarar ni dar más pistas, pero rehuyendo responsabilidades, repitiendo que el trabajo está bien hecho y en el punto de desarrollo que se planteó por parte del equipo técnico.
Ciertamente, los buenos momentos del equipo en puntos de la temporada que no eran decisivos parecen demasiado lejanos. Y lo que es peor, parece que el necesario golpe de timón para enderezar esto no se ve próximo, así que, aunque aún hay tiempo y el play off está conseguido de la manera más insulsa que recuerdo, el horizonte no pinta bien. Sobre todo para las aspiraciones que se podía esperar y que era lógico exigir de manera sensata.
Malos tiempos.
15
May
Totalmente de acuerdo,algunos jugadores parece que están ya a otras cosas…..,y otros pasan ya de las broncas del entrenador, el otro día mirar el banquillo era desolador, jugadores tumbados en las sillas, otros riéndose, menudo final que nos espera
Si los jugadores quieren, aún queda mucho, pero es complicado creer. Muchas gracias por seguirme.