Es una auténtica bendición contar con toda la libertad del mundo. Eso es lo que yo disfruto en La Opinión de Málaga a la hora de escribir desde el 2010, cuando cometieron la temeridad de darme esta columna. Mas eso de tanta libertad a la hora de escribir tiene sus cosas. Sobre todo porque hay momentos en que me pediría el cuerpo escribir de la corrupción política, del fin de ETA, de los problemas de párking en Málaga o de lo que me gustan los atardeceres. Pero como en esta casa no me llamaron para engordar mi ego, pensando que puedo hacer lo que me dé la gana, escribo de baloncesto, que es para lo que me trajeron.
Puesto a pensar cosas, se me hace complicado adivinar qué puede estar pensando el entrenador del Unicaja ahora mismo. Tras el encuentro del domingo en Las Palmas, reconozco que me resultó más interesante la rueda de prensa que sirvió Emilio Guerrero desde el Gran Canaria Arena que el partido que tuve la desgracia de comentar en COPE Málaga, porque la tortura vivida esa tarde es de las que dejan huella. Porque se puede perder, no va a ser la última vez, y necesariamente volveremos a sufrir algún partido infame de nuestro equipo. Es el juego. La preocupación viene porque cara a lo próximo, interpretaba que el final de la Fase Regular, antesala del play off, era algo a aprovechar para afinar la puesta a punto del equipo y dar la mejor cara en el momento decisivo del curso.
Vale que de aquí al final se puede modificar todo, que se puede tomar como bueno alterar la preparación del partido para que Giorgi Shermadini se involucre otra vez, que si hay altas y bajas han de servir para que todos los integrantes del plantel estén en guardia para que no se sientan intocables ni imprescindibles y así den su mejor versión para cuando el equipo lo necesite… pero de verdad que a día de hoy estoy total y absolutamente descolocado.
Los entrenadores, como cualquier gremio, tienen una moda según en qué fecha los pillemos. El querido y valorado Luis Casimiro Palomo, que no está pasando sus mejores momentos en las islas, tiene la costumbre de intercalar los marcadores parciales de cada cuarto conforme acude a las ruedas de prensa, y a Joan Plaza, letanía competitiva aparte, últimamente le ha dado por culpabilizar a los fallos en ataque de las malas actuaciones en defensa «como no acertamos en ataque, tomamos malas decisiones en defensa», repite con asiduidad. Lo cierto es pese a repetir que no está preocupado, hay una pauta de desconexión que repite el equipo con habitualidad y que me hace torcer el gesto. Va más lejos de ratos en los que el equipo parece que olvida el cerebro y las ganas, haciéndose irreconocible para propios y extraños en tramos de un mismo encuentro y que el domingo se hizo extensivo a casi la totalidad del partido.
Y lo peor es la idea que me llevé. Enfrente, el Herbalife Gran Canaria necesitó mucho tiempo de la peor versión del Unicaja para meterse en la contienda y al final terminó por dar un repaso de los que duelen, al menos para los que lo vimos. La preocupación real no está ahora, ni siquiera en los partidos que quedan, frente a rivales que siguen teniendo necesidad de victorias por un sentido u otro, sino porque en play off, además llegando desde la parte inferior del cuadro, el rival que te va a tocar no va a permitir que no se esté con los cinco sentidos puestos en el partido. Dicho de otra manera: o se erradican esos viajes astrales que parece que vive el equipo durante los partidos o aparece una figura de líder que -por la configuración del grupo en manos de Joan Plaza- no existe o emerge una dirección mucho más férrea desde el banquillo, algo que por otra parte, vista la orfandad de jugadores dotados de capacidad de liderazgo en la plantilla, tendría que ser más palpable.
No sé si pido un imposible. O lo mismo me estoy poniendo nervioso prematuramente por gusto. En 63 partidos oficiales esta temporada es la séptima derrota por más de diez puntos. El equipo puede llegar al play off, cargarse al FC Barcelona, luego al Valencia Básket y jugar la final y meterse el año que viene en la Euroliga, que es lo único que nos importa. Pero a día de hoy, no me preocupa cómo se ha solventado la salida de un empleado porque en el Unicaja el último problema que ha habido en la historia ha sido cuadrar las cuentas y sé que Mireya Jimena lo va a hacer incluso mejor que su antecesor. No me importa si como dicen por Italia, Nemanja Nedovic se va a Milán a jugarse su carrera en un club cuya brillante historia está a años luz de su oscuro presente. Y menos si el entrenador sigue o no en Málaga. A día de hoy me preocupa pensar que con lo ofrecido, estamos a «nivel ilusos» imaginando seguir entre los grandes de Europa. Espero que los jugadores me enseñen mi equivocación.
Precipitarse/preocuparse.
8
May
Toda la razón el equipo desde hace un mes esta involucionando, volvemos con el famoso cuarto del spa lo que pasa es que ahora dura más tiempo y en más cuartos como sigamos así la temporada esta tirada por la borda, algunos jugadores dianbulan por la pista sin hacer nada, mi opinión es que deberían dar un toque a Juan plaza y a algunos jugadores que ya empiezan a pensar donde estarán la próxima temporada
Muchas gracias por seguirme.
Efectivamente, el equipo da señales de no evolucionar como requiere la competición, sin ser mal pensados o mal intencionados, se ve que no tiene la fortaleza suficiente para poder encarar un playoff con algo importante en juego. Veremos cómo evoluciona. Un saludo.