Dentro de la marcha de la temporada, Unicaja ha cerrado otro paso más, el partido del domingo ante el RETAbet Bilbao tuvo el esperado y deseado resultado positivo que significó otra victoria para que el grupo que entrena Joan Plaza siga encarando el final de la liga regular y esperando posición y rival cara al playoff.
En la naturaleza de cada uno de nosotros está hacer cábalas, apuestas, montarnos el particular cuadro de enfrentamientos (o “bracket” como llamarían algunos con esa ola de cursilería y esnobismo que de vez en cuando acosa nuestro deporte), pero con las cuatro jornadas que quedan y con lo apretado del tema clasificatorio, no es cuestión de riesgo equivocarse, es más bien cuestión de lógica, porque de los diez u once equipos con probabilidades de jugar el playoff, de forma más o menos segura, sólo el Real Madrid parece que estará en la misma situación cara al mismo. Siendo conservador, lo mejor que puede hacer el Unicaja de momento es defender la quinta plaza y esperar que el Valencia Básket quede inmediatamente delante para jugarse el pase a la Euroliga contra los levantinos, algo que parece lo menos malo a lo que aspirar.
Todo ello porque la situación real es fruto de la trayectoria del equipo, la que le ha llevado a estar bien a trozos en la temporada, en la que Unicaja ha rendido en Euroliga pero sin llegar a meterse entre los mejores, bien en Copa del Rey, pero cayendo a las primeras de cambio, y arriba en liga, pero sin estar entre los primeros. A esto debe ser lo que el entrenador llama competir, y está claro que el equipo de Málaga no es un rival cómodo para ninguno de los rivales, pero no termina de cuajar o de cerrar la faena que se supone que tiene que realizar.
Esta situación permanente de “te quiero, pero sólo como amigo” que se vive aquí, podría revertirse si el equipo hiciera unas eliminatorias con final feliz, lo que no es otra cosa que quedar el primero de todos los que no tienen Licencia A en la Euroliga, pero es complicado confiar de forma ciega en un equipo que es capaz de perder en San Sebastián o Sevilla, y que tiene una fea costumbre de no cerrar partidos importantes y de desconectarse de una forma peligrosa en muchos instantes, lo cual ha costado más de una derrota.
En el partido del pasado domingo, el Unicaja se enfrentó a un RETAbet Bilbao, que, como definió perfectamente Fali Guerra es un cadáver de equipo bajo la dirección de Veljko Mrsic, y que pese a oponer prácticamente sólo a Álex Mumbrú, que en su última temporada de profesional es de lo poco salvable entre los vascos, tuvo momentos de plantear problemas a los de Joan Plaza, vale que el partido perfecto debe de llegar más tarde, pero si las desconexiones duran menos o se erradican totalmente, sería una muy buena noticia.
No estoy pidiendo que a estas alturas de la temporada, le brote espontáneamente al equipo un instinto depredador que no tiene y que lo hipoteca para cerrar partidos, y no creo que el entrenador tenga menos ganas que yo de conseguirlo, pero esta carencia manifiesta puede ser una losa grande, aunque ahora mismo, la oportunidad que se le está brindando por los resultados de los rivales en la jornada anterior, hace que irremediablemente recordemos las oportunidades pasadas y perdidas y haga albergar esperanzas para lo que tiene que encarar el equipo.
No queda más remedio que hablar de cautela, de esperar qué nos puede dar el equipo en el próximo mes y ver por dónde van los rivales y centrarse en lo que viene, dejando de lado dónde va a estar cada uno el próximo año, aunque igualmente que se puede jugar a adivinar el cuadro de playoff, seguro que vemos en los medios los rumores de dónde va a estar tal o cual miembro del equipo, aunque sobre esto último, a fecha de hoy, tiene que darnos igual, lo que nos importa es qué competición va a jugar y en qué condiciones el club de Los Guindos.
De momento, a esperar.
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May