Ésta es una parte de la temporada que se presta a que un servidor le dé cierto mal rollo. La explicación es fácil, el equipo ha conseguido un objetivo como es la clasificación para la Copa del Rey. Pese a la derrota del pasado jueves, está en una posición en Euroliga que no puede calificarse de mala, y salvo el intratable Real Madrid, cualquier rival en la Liga ACB parece al alcance.
¿Motivo para ese mal rollo? De entrada, si el equipo no marcha bien, se tiende a pensar como algo lógico por haberse liberado del cumplimiento de un objetivo natural y con cierta relajación. Si, por el contrario, el equipo sigue bien hacia arriba, puede ser por la inercia del impulso que ha tomado y la duda está en saber si es posible mantener el ritmo en ambas competiciones y durante cuánto tiempo se puede ir en esa trayectoria.
Tras lograr asegurarse el billete para Las Palmas para el mes próximo, vino el revés del partido ante Baskonia en Euroliga, lo cual hace creer en las posibilidades para meterse en el play off de la competición se complique en la realidad, pero sin pecar de condescendiente, creo que quedar entre el octavo y décimo puesto es una buena clasificación para la realidad de este club entre los mejores del continente, aunque sobre partidos como el de Baskonia, Zalgiris o Brose en Málaga, tendríamos para hablar más de un rato.
Un dato no evaluado ni tarificado es el soberano problema que tiene el Unicaja para resolver los finales ajustados. Hay momentos en los que recuerdo la época antigua en la que en categorías inferiores, tocaba ir a jugar fuera de casa, y, entre los problemas del viaje (ir a según qué sitios era una odisea), los aficionados del lugar y que no solía haber árbitros no locales, recuerdo las consignas: «Hay que llegar a los últimos minutos ganando de veinte», algo muy común en la boca de los entrenadores. A nuestro Unicaja parece que si es posible perder en la última jugada, seguro que va a pasar. O si se tiene una ventaja más o menos cómoda, el contrario ve más que posible la remontada, aunque a veces no termine fructificándola, como ocurrió en el último partido en el Palau Blaugrana ante el FC Barcelona o el San Pablo Burgos.
De esta última contienda, la mala noticia viene en forma de las lesiones (a la hora que escribo aún no evaluadas) en las figuras de Nemanja Nedovic y de Jeff Brooks. Me puedo poner en modo entrenador-plañidera, de los cuales no voy a poner ejemplos porque seguro que tenemos bastantes, pero hasta el día de hoy, el tema lesiones no ha sido una constante que haya condicionado la temporada de los de Joan Plaza. Si se evalúan a los equipos que están en la misma situación, hay algunos que parecen que se han quedado con todo el reparto. La duda que realmente me asalta es si eso ocurre en Málaga (espero que no), si se estaría tan ágil para dar la respuesta requerida.
Teniendo en cuenta que antes de la Copa del Rey de Las Palmas, «sólo» hay cuatro encuentros, incluyendo los viajes a Moscú (Khimki) y a Vitoria (Baskonia), por lo que –lesiones aparte- los impedimentos ajenos al juego no han de ser muchos, es un momento ideal para poder seguir evolucionando cara a la cita próxima.
Aunque el pasado sábado, lo que vimos en Burgos, fue un partido sin brillo, lo cierto es que la victoria del Unicaja estuvo basada en algo que se ha echado de menos en muchos momentos: la solidez que los contrarios y las competiciones le reclamaban y que de momento parece que viene apareciendo. Ojo, eso de la solidez y la dureza, no dan partidos, pero facilitan seguir creciendo, pese a la parte oscura que significan las lesiones de Nemanja Nedovic y Jeff Brooks. Si como parece el equipo está todo lo sólido que está mostrando, habrá buenas noticias. Pero eso ya lo veremos.
Algo más sólido.
30
Ene